Respecto a este asunto no hemos visto aleya o narración alguna. Claro está en las narraciones dice que aquel que durante cuarenta días tengan pureza en todos sus actos y los realice para satisfacer a Dios, fortalece Su Sabiduría en el corazón de éste, permitiendo que lo manifieste verbalmente.
Además deberán considerarse algunos puntos:
1. El ser humano mientras se encuentre en este mundo no estará protegido de los daños e injurias de Satanás. Entonces nunca puede considerarse a sí mismo inmune de pecar.
2. Nunca debe perderse la esperanza de la clemencia de Dios, y aunque el pecado se repita aún así las puertas del arrepentimiento se encuentran abiertas para él, y deberá tener esperanza en la clemencia de Dios.
Para evidenciar la respuesta, debemos recordar algunos puntos:
1. Respecto a esta pregunta no hemos visto aleya o narración alguna. Pero respecto a los efectos que realiza el número “cuarenta” se encuentran numerosos asuntos en las narraciones que indicamos algunos de estos dándose la posibilidad que tengan alguna relación con la pregunta.
A) A ningún siervo lo purifican cuarenta días de fe en Dios Sublime o de suplicarle puramente, a menos que Dios lo haga consciente respecto al deseo del mundo, a su dolor y curación, y fortalezca Su Sabiduría en el corazón de éste, permitiendo que lo manifieste verbalmente.[1]
B) Cualquiera que durante cuarenta días ingiera comida permitida, su alma se vuelve luminosa.[2]
C) Adán después de descender del Paraíso y David por abandonar un acto primordial, cuarenta días y noches la pasaron en estado de arrepentimiento y llorando.[3]
Y otros casos que muestran los efectos del número cuarenta en la perfección existencial, moral y desaparición de los efectos de los malos actos en la persona.
2. No hay duda que al igual que la repetición de un acto provoca que penetre en el alma y la vida de la persona y, según lo dicho por los sabios en moral, provoca hábitos y atributos fijos, dejar de realizar un acto después de un largo tiempo también puede terminar con las raíces concupiscentes de ese acto en el alma de la persona y provocar que la persona olvide el placer de ese pecado en tal forma que el retorno nuevamente a ese pecado no se lleve a cabo fácilmente.
3. El ser humano mientras se encuentre en este mundo no estará protegido de los daños e injurias de Satanás.[4]
El Corán dice: “En verdad, el alma ordena insistentemente el mal, excepto en lo que mi Señor tiene misericordia”.[5] Por ello los Inmaculados Imâmes (a.s.) ante Dios Sublime decían: “¡Dios mío no me olvides ni siquiera un instante!”.[6]
Por lo tanto nunca puede uno considerarse inmune del pecado.
4. Nunca debe perderse la esperanza de la clemencia de Dios.
Aunque el pecado se repita aún así las puertas del arrepentimiento se encuentran abiertas para él, y deberá tener esperanza en la clemencia de Dios.[7]
[1]– Kâfî, t.2, p.16
عَنْ أَبِی جَعْفَرٍ ع قَالَ مَا أَخْلَصَ الْعَبْدُ الْإِیمَانَ بِاللَّهِ عَزَّ وَ جَلَّ أَرْبَعِینَ یَوْماً أَوْ قَالَ مَا أَجْمَلَ عَبْدٌ ذِکْرَ اللَّهِ عَزَّ وَ جَلَّ أَرْبَعِینَ یَوْماً إِلَّا زَهَّدَهُ اللَّهُ عَزَّ وَ جَلَّ فِی الدُّنْیَا وَ بَصَّرَهُ دَاءَهَا وَ دَوَاءَهَا فَأَثْبَتَ الْحِکْمَةَ فِی قَلْبِهِ وَ أَنْطَقَ بِهَا لِسَانَه
[2]– Kîmîâîe Sa’âdat, t.1, p.367.
[3]– Bihâr, t.5, p.43.
[4]– Qâdî Qadâ’î, Shahâb Al-Ajbâr, hadîz 709.
[5]– Yūsuf [12:53].
وَ ما أُبَرِّئُ نَفْسی إِنَّ النَّفْسَ لَأَمَّارَةٌ بِالسُّوءِ إِلاَّ ما رَحِمَ رَبِّی إِنَّ رَبِّی غَفُورٌ رَحیم".
[6]– Kâfî, t.2, p.524.
[7]– Yūsuf [12:87],
"لا تَیْأَسُوا مِنْ رَوْحِ اللَّهِ إِنَّهُ لا یَیْأَسُ مِنْ رَوْحِ اللَّهِ إِلاَّ الْقَوْمُ الْکافِرُون".
“…no desesperéis de la misericordia de Dios, que de la misericordia de Dios solamente desespera la gente que no tiene fe”.