El propósito de “taqlîd” (imitación) es el recurrir de una persona no especializada en un asunto especializado a la persona especialista en el asunto. Y la razón más importante para la necesidad de imitar en los asuntos religiosos es este mismo punto racional que la persona no especializada deberá en un asunto especializado recurrir al especialista en el asunto.
Claro está las aleyas y narraciones también consideraron la necesidad de la imitación y dicen que:
"فاسئلوا أهل الذکر إن کنتم لا تعلمون" –“…preguntad a la gente del recuerdo si no sabéis”.[16:43]
Pero deberá considerarse que todas las pruebas verbales de la imitación prefieren ese mismo asunto aceptado ante los sabios.
Por lo tanto los marâÿah a imitar son especialistas en la jurisprudencia que cuentan con la capacidad para deducir los mandatos Divinos de las fuentes religiosas, y para los demás es obligatorio recurrir a ellos en los asuntos religiosos.
El Islam para las necesidades del ser humano –tanto materiales como espirituales, individuales y sociales, políticas y económicas– estableció leyes y reglas que fueron compiladas y registradas en los diversos sistemas jurídicos, los cuales componen la ciencia de la jurisprudencia (‘ilm fiqh). La ciencia de la jurisprudencia en realidad es el método original de la servidumbre, la calidad correcta y humana de las relaciones sociales y el sistema más sublime de la vida referente a todos los aspectos de la vida del ser humano. Según la explicación del Imâm Jomeînî (r.): “Fiqh es la teoría verdadera y completa de la administración del ser humano y de la sociedad desde la cuna hasta la tumba”.[1]
Por la importancia extraordinaria de la jurisprudencia islámica y de los mandatos legales religiosos, los honorables santos Divinos del Islam recomendaban a sus seguidores que los aprendieran, y aquellos que se negaban a realizar esta obligación importante o se mostraban irresponsables en la adquisición de los mandatos legales religiosos, los consideraban merecedores del castigo y el reproche.
El Imâm Bâqir (a.s.) dijo: “Si traen ante mí a uno de los jóvenes shías que no adquiere conocimientos religiosos ¡lo castigo!”[2]
En las leyes religiosas del Islam existen obligaciones y prohibiciones que Dios Sabio las estableció para la felicidad del mundo y la otra vida del ser humano, y si el ser humano no las obedece, por la desobediencia de éstas no llegará a la felicidad deseable ni tampoco estará protegido del castigo.
Para conocer los mandatos religiosos, son necesarios numerosos conocimientos –como por ejemplo: entender las aleyas y las narraciones, saber distinguir entre las narraciones auténticas de las que no lo son, la calidad de la combinación y comparar las narraciones con las aleyas y decenas de otros asuntos–, que adquirirlos necesita de largos años de serios esfuerzos.
En una situación así el imitador se encuentra ante tres opciones:
Primera, el que decida adquirir esta ciencia (iÿtihâd).
Segunda, el que en cualquier asunto estudie las opiniones existentes, en tal forma que actúe según todas las opiniones para que su acto sea correcto (actúe con precaución).
Tercera, el que imite y se beneficie de los conocimientos de alguien que aprendió esta ciencia en forma completa y sea un experto en el conocimiento de los mandatos religiosos legales.
Sin duda si llega a obtener el iÿtihâd por la primera opción se ha vuelto un experto de los mandatos legales religiosos encontrándose autosuficiente de las dos otras opciones, pero mientras que llega a este rango deberá usar las otras dos opciones.
La segunda opción necesita de informaciones suficientes de las alternativas existentes en cada asunto y métodos de precaución, y en muchos casos como consecuencia de la dificultad de la precaución su vida normal se desordena. Sin otra alternativa la opción de “imitación” para la mayoría de la gente además de ser más fácil tiene certitud. Estas tres opciones no son especialidades del comportamiento del ser humano con los mandatos legales religiosos, sino que en cada campo existe también otra especialidad. Como ejemplo supongan que un ingeniero especialista enferma. Para curar su enfermedad o deberá él mismo estudiar las ciencias médicas, o estudiar todas las opiniones de los médicos y actuar en tal forma que después no se arrepienta, o deberá recurrir al médico especialista.
La primera opción no lo hace llegar a la curación inmediata. La segunda es también muy difícil e interviene en su especialidad (ingeniería). Por ello inmediatamente toma ayuda del médico especialista (tercera opción) y actúa según la opinión de éste.
El en la práctica, según la opinión del médico especialista, no sólo se salvará de un futuro arrepentimiento y posible reproche de los amigos, sino que en la mayoría de los casos también se curará. El imitador también en la práctica según la opinión del muÿtahid especialista no sólo se salva del arrepentimiento de la otra vida y del castigo Divino, sino que alcanza también los beneficios de los mandatos legales.[3]
Entonces el propósito de “taqlîd” (imitación) es el recurrir de una persona no especializada en un asunto especializado a la persona especialista en el asunto. Y la razón más importante para la necesidad de imitar en los asuntos religiosos es este mismo punto racional que la persona no especializada deberá en un asunto especializado recurrir al especialista en el asunto. Claro está de las aleyas del Corán y de las narraciones también pueden presentarse razones. Por ejemplo el Corán dice: "فاسئلوا أهل الذکر إن کنتم لا تعلمون" –“…preguntad a la gente del recuerdo (sabios religiosos) si no sabéis”.[4]
O en las narraciones encontramos que:
“Pero respecto a los sucesos que ocurren, recurrid a nuestros transmisores de hadices que ellos son mi prueba ante ustedes y yo soy la prueba de Dios ante vosotros”.[5]
Muhaqiq Karakî dijo: “Todos los shías sostienen una opinión unánime que el jurisconsulto justo, honesto, bien calificado, en los dictámenes de los mandatos legales religiosos que son explicados por él como muÿtahid, tiene la representación por parte de los Inmaculados Imâmes (a.s.) durante la época de la ocultación en todo aquello que el sucesor puede intervenir”.
Pero deberá considerarse que todas las pruebas verbales de la imitación prefieren ese mismo asunto aceptado ante los sabios sin mencionar ningún punto adicional.
Por lo tanto los marâÿah a imitar son especialistas en la jurisprudencia que cuentan con la capacidad para deducir los mandatos Divinos de las fuentes religiosas, y para los demás es obligatorio recurrir a ellos en los asuntos religiosos.
Para más información recurrir a los siguientes Índices:
1. Marÿa’îat wa Taqlîd (Autoridad legal e imitación), preg.276.
2. Wîlâît faqih wa marÿa’îat (El liderazgo de la jurisdicción y la autoridad legal), preg.272.
3. Argumentos del liderazgo de la jurisdicción, preg.235.