Contrario a muchas de las escuelas que observan las necesidades del ser humano desde sólo una perspectiva y consideran las necesidades materiales i inmateriales, el Islam eligió un sendero moderado. Utilizar las bendiciones Divinas en forma correcta, no sólo no se contradice con los asuntos inmateriales y con los de la otra vida, sino que nivelan el sendero del desarrollo y la felicidad del ser humano.
Las religiones y escuelas de pensamiento que dominan las sociedades humanas, para prever las necesidades del ser humano y garantizar la felicidad de éste cuentan con una serie de instrucciones y prescriben otra serie normas.
Las escuelas materiales en forma general pasan inadvertidas las necesidades espirituales y/o básicamente no creen en éstas, y consideran a la felicidad humana en el beneficio máximo de los placeres materiales. Ante esto otro grupo de escuelas ha considerado al fundamento del acto sobre el fortalecimiento y desarrollo del alma y el espíritu del ser humano, y no sólo no pone atención en la provisión de las necesidades materiales sino que considera la felicidad de la humanidad en la abstención y el alejamiento de los placeres y de las manifestaciones materiales, invitando constantemente al ser humano a dejar lo mundano y abandonar las pertenencias, la personalidad y lo material. Claro está deducciones así del significado de la felicidad humana dependen de la concepción que tienen esas escuelas del mundo y de su interpretación de “mundo” y “ser humano”.
A este respecto puede decirse que poner atención en demasía en las manifestaciones materiales y el uso incondicional de los diversos placeres así como el libertinaje en los actos instintivos y la lujuria que se ha vuelto ordinario en el mundo material de la actualidad, en especial en las sociedades occidentales, es una fuerte reacción ante las limitaciones que hasta hoy día se han realizado bajo el nombre de religión en el uso de los placeres materiales.
El Islam no considera a la atención que se presta a los asuntos espirituales separada al mundo ni al uso de los favores Divinos. Por ello en las enseñanzas religiosas se ha prohibido el monacato y la falta de uso de los favores Divinos. El Imam Sadiq (a.s.) dijo: “Dios Sublime otorgó a Muhammad (s.a.w.) las leyes religiosas de Noé, de Abraham, de Moisés y de Jesús (a.s.)… Una religión innata permisible que no es monacato ni tampoco nomadismo místico, sino que en esta religión permitió lo puro y prohibió las maldades, quitando el peso y las cadenas que se encontraban sobre los hombros de la gente”.[1]
El honorable Mensajero (s.a.w.) y los Inmaculados Imames (a.s.) de la religión recordaban a sus comunidades alejarse del monacato, como ejemplo:
Uno de los compañeros del Imam ‘Alî (a.s.) se presentó ante él y se quejó de su hermano que había cortado con el mundo –y no hacía uso de los favores de Dios tales como, de la carne, de ropa adecuada, de asuntos matrimoniales y otros. El Imam (a.s.) ordenó: “¡Tráiganlo!” Cuando ‘Âsim se presentó el Imam (a.s.) lo recibió enojado y molesto, y dijo: “¡Pobre de ti, oh ‘Âsim! Conjeturas que Dios permitió los placeres y las bendiciones para ti pero le desagrada que tú te beneficies de estos. Tú ante Dios eres inferior (como para que dictamines algo así). ¿Acaso no te compadeces de tu esposa e hijos? ¿Acaso imaginas que Dios que hizo permitido para ti cosas puras, odia que tú te beneficies de ellas?”.[2]
Claro está el punto que no debemos olvidar, es que aquello que se reprocha del mundo es el gran interés hacia éste al grado que haga olvidar las obligaciones que tiene la persona hacia a las criaturas y hacia Dios, y provoque orgullo, olvido de la otra Vida, alarde ante los demás, derroche, desagradecimiento y otros. Fuera de esto si consideramos al mundo un puente para la morada del otro mundo y acercamiento a Dios no es reprochado, mientras que contamos con un gran número de narraciones de los Inmaculados Imames (a.s.) en este campo. Como ejemplo, indicamos dos narraciones que están relacionadas con este asunto:
1. Un hombre encontrándose ante el Imam ‘Alî (a.s.) censuraba el mundo. El Imam (a.s.) en reproche le dijo: “El mundo es una morada de paz y descanso para quienes comprenden sus caminos y es el mejor fundamento para los que quieren conseguir premios en la otra vida. Es un lugar de adquisición de conocimientos y sabiduría para quienes los quieren adquirir. Es un lugar de adoración para los amigos de Dios y los ángeles. Es el lugar donde el Profeta recibió la revelación del Señor. Es el lugar de la gente virtuosa y santa para hacer buenas obras y lograr premios por los mismos. Solamente en este mundo podrán conseguir los Favores y Bendiciones de Dios y solamente mientras vivan aquí podrán cambiar sus buenas obras y acciones por Sus Bendiciones y Premios”.[3]
2. Ibn Abî Ia’fûr dijo: “Dije al Imam Sâdiq (a.s.): “Amo el mundo”. Me dijo: “¿Cuál es tu propósito del mundo?” Dije: “Me quiero casar, quiero ir al Hayy (peregrinación), ayudar a mi familia, regalar algo a mis hermanos y dar limosna”. El Imam (a.s.) dijo: “Esos no son asuntos del mundo, estos actos corresponden a la otra Vida”.
Índices relacionados:
Comodidad y tranquilidad en el mundo y la otra Vida, preg.no. 2902 (pag.web 3112).
Esfuerzos para el mundo o para la otra Vida, preg.no 1821 (pag.web 2130).