La oración, es el máximo avance de cada viajero y pasajero que sin ningún intermediario habla con su Dios.
Según lo dicho por Dios en el Sagrado Corán: “¡Haced la oración en recuerdo Mío! Y surja Yo en vuestros recuerdos a través de la oración”. Si a través de la oración surge el recuerdo de Dios y el alma del hombre encuentra seguridad; porque el recuerdo de Dios otorga a las almas certeza. Los orantes, reprimen su instinto animal y reviven su innato espiritual. Las propiedades de la oración son revivir al innato espiritual. El orante con la tranquilidad que adquiere a través de la oración no se debilita en los altibajos de la vida, ni se muestra impaciente en las dificultades. Si le llega algo bueno, no lo niega a los demás y lo comparte con ellos.
La oración es una fuente que purifica al ser humano. Forzosamente si al realizar la oración, no sentimos esa purificación y luminosidad en nosotros mismos debemos aceptar que no realizamos una oración verdadera. Es posible que la oración sea correcta pero no haya sido aceptada por Dios Sublime puesto que la oración aceptada es aquella que purifica el alma del ser humano. La persona puede controlar su alma durante la oración en caso de que haya controlado sus ojos y oídos fuera de ésta.
La oración es una visita y un encuentro con el Amado, y estar presente ante el Sultán Poderoso. Es el momento del susurro del amante con el Amado, el secreteo con el Adorable Único. A través del takbîr al magnificar a Dios diciendo Al.lahu Akbar, jubilosamente encuentra permiso para presentarse ante Él, y por medio del saludo (al final de la oración) alegre y deseoso espera el siguiente encuentro.
¿Cómo puedes entender el valor de la oración si no lo conoces ni lo amas, y estás ocupado en los demás e inatento a Él?
¡Oh, Primavera del alma! y ¡oh, alma de la Primavera! / refresca nuestras almas con la nube de las bendiciones
No nos quites el pie del éxito / no quites la mano de la confirmación de nuestras almas
No nos afectes con el sufrimiento de la separación / aféctanos con cualquier otra cosa lo que quieras
Por medio de Ti el jardín de los enamorados ha enverdecido / no quites tu sombra de sobre nuestras cabezas.[1]
¿Dios mío, quien es aquel que bebe de Tu mano una copa de amor y es siervo de otro fuera de Ti? ¿Cuál narciso se sentó necesitada ante Ti en la fuente, sin haberse enamorado de Ti? Mi querido ¿cuál dondiego de día se inclinó por Tu amor, vio la atracción de Tu amabilidad y corrió a la laguna? Mi querido, ¿cuál humano se prosternó ante Ti, probó tu dulzura y se enamoró de otro?[2]
La oración para los místicos y piadosos es el corcel veloz del viaje de la Asunción, y aquel que sea viajero hacia Dios la oración es especial de sí mismo, y se deleita de ésta en la medida de su rango.[3] Cuando el Sagrado Corán habla sobre la oración dice: «Así pues ¡Adoradme y haced la oración en recuerdo Mío!»[4] Y surja Yo en vuestros recuerdos a través de la oración”. Si a través de la oración surge el recuerdo de Dios, el alma del hombre encuentra seguridad. Por otra parte recordar a Dios provoca certeza en los corazones.[5] Entonces el alma del hombre orante encuentra seguridad y certeza. Nunca teme a otro excepto a Dios. Ningún enemigo, sea interno o externo puede provocar su temor puesto que los orantes recuerdan a Dios, y recordar a Dios provoca seguridad y tranquilidad. Dios Sublime respecto a la filosofía de la oración en la Sura Al-Mi’rây dice: «En verdad, el ser humano ha sido creado impaciente. * Cuando le alcanza un mal se desespera * y si le alcanza el bien es mezquino». La esencia del ser humano tiende hacia el monoteísmo y su naturaleza hacia la jactancia y contaminación. Los Profetas reviven la esencia, y el instinto animal no es otra más que contaminación. El Sagrado Corán dice: «Cuando le alcanza un mal se desespera * y si le alcanza el bien es mezquino * Exceptuando a quienes rezan. * Aquellos que son constantes en su oración».[6]
Los orantes, reprimen su instinto animal y reviven su innato espiritual. Las propiedades de la oración son revivir al innato espiritual. El orante es aquel que doma la rebelión de su instinto animal. El orante con la tranquilidad que adquiere a través de la oración no se debilita en los altibajos de la vida, ni se muestra impaciente en las dificultades. Si le llega algo bueno, no lo niega a los demás y lo comparte con ellos.[7] Se ha transmitido del Imâm Al-Bâqir (a.s.) que el Profeta (s.a.w.) dijo: “Cuando un siervo creyente realiza la oración, Dios Altísimo pone atención en él hasta que termina de rezar. Entonces colma al siervo de bendiciones desde su cabeza hasta el horizonte del Cielo, mientras que los ángeles lo rodean, luego Dios Sublime comisiona a un ángel para que le diga: “¡Oh, orante!, si supieras quien está atento de ti y a quién estás invocando, nunca pondrías atención en otro fuera de Él, y nunca dejarías el lugar en el que te encuentras!”.[8] Según el texto claro de la Palabra Divina.[9] La belleza alegórica limitada de un José matará a las mujeres. ¿Qué hará la belleza absoluta, que cualquier belleza, es la sombra de la Belleza de Él? La especialidad de los místicos cuando se sumergen en las recitaciones y adoraciones.[10]
¡Oh, Dios! No vacíes nuestras copas del amor hacia Ti / colma nuestras boca de Tu Sabiduría
Cuando decimos el takbir (Al.lahu Akbar) no permitas que nos separemos (salgamos de la oración) / en la visión discerniente eleva nuestro rango
Cuando estamos inclinados incrementa nuestra alegría / en la prosternación eleva la cumbe de nuestro rango
Cuando supliquemos (en la oración) no pensemos ni en una partícula de nosotros mismos / Tú di, Tú oye el mensaje de nuestros labios
Sumérgenos en el mar de los testigos y de la atestiguación / quita la jactancia en nuestro saludo (al final de la oración).[11]
El Señor del los Mártires, Imâm Husaîn (a.s.), en la tarde del día de tasû’â (día 9 de Muharram) dijo al honorable ‘Abbas (a.s.): “Di a esa tribu (los enemigos), hoy por la noche y mañana que es ashûra me den un plazo, porque Dios Purificado sabe que la oración es mi amada”.[12]
En efecto entre alguien que diga “yo rezo”, y esta frase del Imâm (a.s.) que dice “yo amo a la oración y es mi querida”, existe una gran diferencia. Los hijos del Imâm As-Saÿâd (a.s.), del Imâm Al-Bâqir (a.s.) y de los Inmaculados (a.s.) experimentaban este mismo estado, cuando sus padres comenzaban la oración, se ponían a jugar. Decían, “cuando nuestro padre comienza la oración no se fija en nosotros y nosotros estamos libres para gritar y juguetear”.[13] En una ocasión un lugar, cerca del lugar donde el Imâm (a.s.) realizaba la oración, comenzó a incendiarse, la gente gritaba hasta que lo apagaron. Después de la oración informaron al Imâm (a.s.) lo sucedido y le preguntaron: “¿Usted se percató de ello?” El Imâm contesto negativamente. Asombrados dijeron: “¿¡Cómo es posible!?” Respondió: “Me encontraba apagando otro fuego, el fuego de la otra vida”.[14]
En efecto el propósito de la oración, es la presencia de corazón, inmersión y anonadación total de la esencia del devoto en el Amado, y llegar a ver a Dios. Pero para que el principiante llegue a este rango necesita de gran ascetismo y esfuerzos, que si deja de practicarlo por un tiempo prolongado, el alma deja de familiarizarse con los enigmas y con los secretos de la oración. Los sabios mencionaron en forma sucinta los secretos de la oración en seis puntos:
Primero: con toda el alma; es decir, el alma en el momento de la oración no debe prestar atención a nada ni nadie excepto a Dios.
Segundo: entender el significado de la recitación de las invocaciones y de las glorificaciones a Dios en la oración, de tal forma que el alma concuerde con la lengua en el entendimiento de esos vocablos.
Tercero: sumisión, es decir en ese estado, tengan en mente la grandiosidad del Amado y el origen del propósito.
Cuarto: temor, es decir desde el punto más alto de magnificencia, el alma sienta temor que no sea en esta adoración hubiese sido negligente.
Quinto: esperanza, para aceptar que el rango de la generosidad y munificencia de Dios el más Venerado de los venerados, que posee el grado más elevado del favor, no nos privará ni nos dejará desprovistos, y perdonará nuestros pecados.
Sexto: vergüenza, es decir, considerarnos a nosotros mismos y a nuestro culto inferior a lo que merece Dios y realicemos nuestro culto en el último grado de vergüenza, y a la adoración la realicemos con humildad.[15]
Dios en este mundo estupefacto / siempre estoy con las manos vacías y el corazón lleno
Las manos vacías de provisiones para el sendero eterno / y el corazón lleno de esperanzas por Tu generosidad
Ilumina mi alma de Tu luz / revive mi alma con Tu presencia
Haz que mi alma sea confidente / despiértame del sueño negligente.[16]
¡Oh, querido, esta es la cima más elevada del camino de cada viajero y pasajero que sin mediador habla con Dios y repite la bendita frase “sólo a Ti te adoramos y sólo pedimos ayuda de Ti” en cada oración!
¡Dios mío! El árbol del atributo, sin duda no podrá llegar a Tu cielo de alabanza, y el ave del intelecto no podrá llegar a la cumbre de Tu belleza. ¡Dios mío! ¿Cuando podrá caber en el recipiente pequeño de nuestro entendimiento la herramienta de entenderte a Ti, y en el estuche de nuestra inteligencia, como pueden caber las provisiones del sendero de Tu cumbre de gloria? ¡Dios mío! Haznos de aquellos que los árboles de los deseos en los jardines de sus almas echaron raíces y las flamas del amor hacia Ti incendió sus corazones, y el perfume de Tu Belleza al ave de sus pensamientos otorgó una nueva cima. Aquellos que vinieron a las huertas de Tu cercanía, vinieron a los pastizales de la Revelación y de las fuentes de Tu amor beben copas de Tu Favor. Aquellos que viven alrededor de Tu casa y beben del elixir de la vida de la lluvia de Tu amor y visten ropas del céfiro de Tu Amabilidad.[17]
El Imâm Saÿâd (a.s.) dijo: “¡Dios mío, dame a probar la dulzura de Tu recuerdo!”[18]
Puesto que nosotros no hemos probado esa dulzura, la oración para nosotros es un asunto normal. El que nosotros oramos y no sentimos nada de su luminosidad, es porque no la recitamos con todas sus formalidades ni conscientes, ni tampoco con el conocimiento de sus secretos.[19]
El Imâm ‘Alî (a.s.) en el Nahÿul Balâgah transmite del Profeta del Islam (s.a.w.): “Estoy sorprendido de aquel que en su casa hay un manantial y durante el día y la noche cinco veces se baña en ese manantial, y aún así continúa contaminado (peca). Puesto que el salat (la oración) es como un manantial cálido en el que el orante durante los cinco tiempos (de la oración) se baña en éste”.[20]
La oración es una fuente que purifica al ser humano. Forzosamente si al realizar la oración, no sentimos esa purificación y luminosidad en nosotros mismos debemos aceptar que no realizamos una oración verdadera. Es posible que la oración sea correcta pero no haya sido aceptada por Dios Sublime puesto que la oración aceptada es aquella que purifica el alma del ser humano. La persona puede controlar su alma durante la oración en caso de que haya controlado sus ojos y oídos fuera de ésta.[21]
Servir a otro fuera de Dios es una lástima, una lástima / vivir alejado de Dios es una lástima, una lástima
No te inclines a otro fuera de Su sublime jerarquía / que inclinarse ante otro que no sea Dios es una lástima, una lástima
Gasta tus años de vida y tu alma por Dios / servir en el mundo a otro cosa fuera de Dios es una lástima, una lástima.[22]
¡Oh, querido! Deja tu cuerpo para el mundo y tu alma entrégala a Dios, para que Su nombre sea tu compañero, y Su mensaje te otorgue tranquilidad. Para que el corazón del enamorado acuerde con el mensaje y la verdad del descubrimiento, es que no exista velo entre el enamorado y el amado. Esfuérzate que en todos los estados tu corazón se encuentre con el Amado, no en las calles ni en los bazares, en especial durante la oración que “el orante durante ésta invoca y se confidencia con Dios”.[23]
El punto importante es que la oración, es un encuentro con el Amado y un retiro con Él. Es el final del alejamiento y el momento de la unión. Es la presencia ante el Sultán Poderoso que en ocasiones comienzas a glorificarlo y alabarlo, y en otras muestras debilidad. Aprecia el permiso que te otorga para visitarlo, y hace que pronuncias tus necesidades. Caerás prosternado ante Él cuando veas Su grandeza y gloria, y sentir tu insignificancia. Aprovecha tu tiempo, invoca Su belleza y gloria. Puesto que fuiste invitado y respetaste las formalidades para presentarte ante Él, te acercaste y balbuceaste palabras amorosas, de los buenos y siervos santos, particularmente el nombre de Su siervo especial Muhammad (s.a.w.) y…, con tristeza porque llegó a su fin el encuentro, y entusiasmado esperando el próximo encuentro, recitas el “salâm” (desando la Misericordia y Bendiciones de Dios para el Profeta, sus buenos siervos y nosotros) y alegre por haberlo visto, mientras que mueves tu lengua para repetir Su bello nombre con toda el alma, y continúas tu vida recordándolo.
Entonces ¡oh, querido! Aquel que no tuvo un amor y no conoció los atributos de Su belleza y gloria no se enamoró de Él y no escuchó Su invitación, el sueño, el cansancio, la voracidad, la ocupación de sus actos diarios y otros lo dejaron sin fuerzas. Entonces ¿cómo puede entusiasmarse en verlo, e inmediatamente por entusiasmo y temor cambiar el color de su rostro, y comienza a temblar? Siendo que está ocupado sólo en sí mismo ¿cuando podrá ir a visitar a otro?
Es oportuno mencionar que el cultivo y florecimiento de los jóvenes se encuentra dentro de la familia que en ocasiones, es un jardín de flores perfumado y otras veces una atmósfera triste dependiendo del ambiente en el que vive la persona.
Tampoco es así que todos los jóvenes y adolecentes huyan de visitar a Dios Único. Qué tantas filas amontonadas esperan en los centros de ciencia, religión y otros, luminosas para realizar la oración.
[1]– Faûd Kâshanî Moula Muhsin, Diván de Poesías.
[2]– Suÿâ’î Saîîed Mahdî, Manos suplicantes, ojos esperanzados, quince invocaciones, novena invocación, p.81.
[3]– Imâm Jomeinì Saîîed Ruhul.lah, El Secreto de la Oración, p.5.
[4]– Sagrado Corán 20:14.
[5]– Sagrado Corán 13:28.
[6]– Sagrado Corán (70:19 y 23).
[7]– Yawâdî ‘Âmulî ‘Abdul.lah, La Filosofía del culto, p.95.
[8]– Min lâ Îahdir ul-Faqîh, t.1, p.210, h.636.
[9]– Sagrado Corán 12:39.
[10]– Sabziwârî Moula Hâdî, Asrâr ul-Hikam el culto, p.528.
[11]– Faûd Kâshanî Moula Muhsin, Diván de Poesías
[12]– Maqtal ul-Husaîn (a.s.) maqram, p.232.
[13]– Anwâr ul-Bahîîah, p. 49.
[14]– Bihâr ul-Anwâr, t.46, p.78.
[15]– Miqdâdî Isfahânî ‘Alî, Un signo que no tiene signos, t.1, p.325.
[16]– ‘Atâr Naîshâburî.
[17]– Manos suplicantes, ojos esperanzados, invocación 12.
[18]– Mafâtiy ul-Ÿinân, invocación 15.
[19]– La Filosofía del culto, p.105.
[20]– Nahÿul Balâgah, sermón 199.
[21]– La Filosofía del culto, p.115 y 116.
[22]– Faûd Kâshanî Moula Muhsin, Diván de Poesías.
[23]– Hasanzadeh Âmulî, El látigo de la conducta, p.12.