Dîn o religión idiomáticamente significa conjunto de creencias, de moral, de leyes y reglas para la administración de los asuntos de la sociedad humana y educación de los individuos. Por ello la armonización de las leyes y las reglas de ésta con las necesidades verdaderas de la sociedad, y la relación de ésta con los cambios sociales, y la concordancia de ésta con la naturaleza innata y la conducta de la esencia del ser humano, es la medida de ser la verdad de ésta. Y ya que la caravana de la humanidad es parte de las partes coherentes del mundo, que hacen efecto en éste cada uno en su medida y aceptan también el efecto, por ello, sólo puede guiar al ser humano aquel que lo conoce perfectamente y está informado de su relación con el mundo de la creación. Y ese no pude ser otro más que la Esencia Pura Divina. Así la religión verdadera es aquella religión que las creencias, la moral, las leyes y las reglas de ésta hayan sido reveladas por Dios, Glorificado sea.
Respecto a la necesidad de la religión sabemos que: (a) El ser humano es un ser que emplea. (b) El empleo de los humanos se encuentra colocado en su naturaleza innata. (c) El empleo de la humanidad provoca desacuerdo en todos los asuntos de la vida. (d) El sistema de la creación exige se termine con estos desacuerdos para que el ser humano llegue a la perfección que merece. (e) La solución de estos desacuerdos no son posibles, a menos que por medio de la ley, ley que reforma la vida social del ser humano y asegura su felicidad. (f) La naturaleza del ser humano no es capaz de cumplir con esta responsabilidad ya que él mismo es el factor de estos desacuerdos. (g) Los desacuerdos no desaparecen por medio de las leyes establecidas con los pensamientos humanos. (h) Tomando en consideración lo mencionado llegamos a la conclusión que es indispensable que Dios, Glorificado sea, muestre el sendero al ser humano por un medio fuera de lo natural, y este sendero es el sendero de la revelación. Pero respecto a los propósitos de la religión habrá que decir, la religión es la que reforma la naturaleza innata a través de la naturaleza innata, y en el momento de la rebelión regresa al estado de moderación a las diversas fuerzas, y organiza la vida del ser humano en este mundo y en la otra vida, en lo material e inmaterial. Aquel que tiene fe y da lugar a la moral divina en su alma, y actúa en base a esta fe y moral según la cultura del Sagrado Corán, es humano. Esta identidad humana no sólo en el mundo lo distingue de los demás sino que en el Purgatorio, en el Día de la Resurrección y en el Paraíso también lo caracteriza siempre de los demás.
El significado literal de dîn (que traducimos como religión) es obediencia, sumisión, seguimiento, acatamiento, rendimiento y recompensar; y el significado idiomático de este conjunto de creencias es moral y una forma de leyes y reglas para la administración de los asuntos de la sociedad humana y educación de los individuos. En ocasiones todo este conjunto es verdad, y en otras todo es falso y a veces es una mezcla de la verdad y lo falso. Si el conjunto sea verdad lo llama “religión de la verdad” de lo contrario lo llaman “religión falsa” o una mezcla de verdad y falso.
Religión verdadera
De ahí que la religión sirve para administrar los asuntos de la sociedad humana y educar a los individuos, ello la armonización de las leyes y las reglas de ésta con las necesidades verdaderas de la sociedad, y la relación de ésta con los cambios sociales, y la concordancia de ésta con la naturaleza innata y la conducta de la esencia del ser humano, es la medida de ser la verdad de ésta.
La caravana de la humanidad no es algo superior a las parte de las partes coherentes del mundo, que hacen efecto en éste cada uno en su medida y aceptan también el efecto, por ello, sólo puede guiar al ser humano aquel que lo conoce perfectamente y está informado de su relación con el mundo de la creación. Aquel que no creó al ser humano ni al mundo, no es ni antropólogo verdadero ni tampoco un cosmólogo auténtico. Entonces sólo aquél que creó al ser humano y al Universo, tiene conocimiento e información completa de éstos, así como de la relación y la unión existente entre éstos dos y, en conclusión, goza del poder de la guía del ser humano. Al igual que ese mismo Origen Único será el único Origen Sagrado para dirigir a todo el mundo y guiar a todas sus partes, en tal forma que ninguno de estos se vea desprovisto de su propósito ni se vuelva un obstáculo para la libertad de los demás, y ese no puede ser otro más que la Esencia Pura Divina. Con esta introducción se entiende que: la religión de la verdad, es una religión que sus creencias, moral, leyes y reglas fueron reveladas por partes de Dios, y la religión falsa, es una religión que fue regulada y establecida por parte de otro fuera de Dios.[1]
La materia prima de la religión
La religión celestial en forma general está compuesta por dos partes “doctrinal” y “práctica”. La parte doctrinal es una serie de creencias fundamentales y realismos, sobre las cuales el ser humano deberá colocar los fundamentos de su vida. Estos tres fundamentos generales son: monoteísmo, profecía, día de la Resurrección, que con la refutación de uno de éstos no se realiza el seguimiento de la religión. La parte práctica está compuesta por una serie de obligaciones morales y prácticas, que consta de las obligaciones que el ser humano tiene ante Dios del Universo y las obligaciones que el ser humano tiene ante la sociedad humana. En base a esto las obligaciones individuales, que fueron reguladas en las leyes divinas celestiales para el ser humano, se dividen en dos: moral y prácticas. Y cada una de éstas se divide en otras dos: una parte es de la moral y la práctica que están relacionadas con Dios, tal y como el carácter, el atributo de la fe y la sinceridad, la entrega, la satisfacción y la humildad; y la otra los actos tales como: la oración, el ayuno, el sacrificio que este grupo en especial es llamado “culto”, y éstas confirman la humildad y servitud del ser humano ante Dios. Una parte de la moral y de los actos es digno que correspondan a la sociedad, tales como: la moral y el atributo de la filantropía y la benevolencia, la justicia y la generosidad, y tales como: las obligaciones de relaciones e intercambio y otros, y este grupo en especial es llamado “transacciones”.[2]
La necesidad de religión
El difunto sabio ‘Alâmah Tabâtabâî argumenta respecto a la necesidad y al requerimiento de la religión desde dos caminos. El primer camino: (1) El ser humano es un ser que emplea. (2) El empleo de los humanos se encuentra colocado en su naturaleza innata. (3) El empleo de la humanidad provoca desacuerdo en todos los asuntos de la vida. (4) El sistema de la creación exige se termine con estos desacuerdos para que el ser humano llegue a la perfección que merece. (5) La solución de estos desacuerdos no son posibles, a menos que por medio de la ley, ley que reforma la vida social del ser humano y asegura su felicidad. (6) La naturaleza del ser humano no es capaz de cumplir con esta responsabilidad ya que él mismo es el factor de estos desacuerdos. (7) Los desacuerdos no desaparecen por medio de las leyes establecidas con los pensamientos humanos. (8) Tomando en consideración lo mencionado llegamos a la conclusión que es indispensable que Dios, Glorificado sea, por un medio fuera de lo natural muestre el sendero al ser humano, y este sendero es el sendero de la revelación.
El segundo camino: (1) El ser humano es una de las partes del mundo de la creación. (2) El sistema de la creación preparó para el ser humano una construcción especial que es el medio para su perfección. (3) Lo apropiado para su equipaje, es la vida social. (4) La vida humana es una vida eterna que no termina con la muerte. (5) El ser humano deberá seguir un sedero y camino en la vida del mundo que provea tanto la vida de este mundo mortal así como la felicidad de la vida eterna. (6) El sendero y método que persigue este propósito es llamado dîn (religión).[3]
Los objetivos de la religión
La religión divina es el único sendero para la felicidad del ser humano y reformadora de los asuntos de la vida, la religión es la que reforma la naturaleza innata a través de la naturaleza innata, y en el momento de la rebelión regresa al estado de moderación a las diversas fuerzas, y organiza la vida del ser humano en este mundo y en la otra vida, en lo material e inmaterial. [4]
La realidad de la religión es el equilibrio de la sociedad del ser humano en el proceso vital de ésta, y esta secuencia de ajustamiento vital incluye a todos y cada uno de los seres humanos. La religión hizo entrar a la sociedad humana en el sendero de la naturaleza innata y de la creación, otorgándole la generosidad de la libertad y la felicidad del innato natural, al igual que la justicia demanda. Así también dio al hombre libertad absoluta para que se beneficie desde las diversas perspectivas de la vida, al igual que lo guían su pensamiento y sus deseos, y lo deja en libertad –al grado que no dañe la vida social–.[5]
La jerarquía de la religión en la identidad del ser humano
El ser humano es una realidad que, por una parte, está relacionada con la naturaleza, la Tierra y el tiempo, y, por otra, se visualiza la existencia angelical en él. La incorporación de la naturaleza y lo metafísico dentro del ser humano, lo enfrentan a una serie de asuntos humanos algunos terrenales y otros angelicales. Pero el que cuál de estos asuntos interviene en la identidad original del ser humano, y cuál no, en ocasiones trae para el hombre equivocaciones que lo apartan totalmente del cielo angelical y lo transforman en una existencia completamente terrenal y material. Por ello el Sagrado Corán explicando los asuntos verdaderos del hombre y su alejamiento de los asuntos externos, diseña la identidad verdadera de los seres humanos, y prepara el sendero por el cual transita éste hacia esa identidad verdadera. Los asuntos que se encuentran fuera de la verdad del ser humano tales como: particularidades nacionales, climáticas, tribuales, idiomáticas y otras, no incrementan por sí mismos el crédito ni la jerarquía de éste, ni tampoco decrecen sus virtudes. Ya que estas particularidades aunque están con el ser humano y juegan un papel en su intercambio de pensamiento social y cumplimiento internacional, pero ninguna de estas dos fueron permanentes ni lo acompañan eternamente. Este punto es la causa de la falta de identidad y la falta de función en la identidad permanente de hombre. Muchas de estas particularidades a lo largo de la vida del ser humano, cambian numerosas veces, y el hombre al emigrar de un país a otro, no sólo ha dejado su lugar de nacimiento, sino que también olvidará su idioma y raza. De cualquier manera, con su muerte todos estos asuntos pierden sus particularidades, y al entrar al Purgatorio no hace efecto en su identidad ser oriental u occidental ni tampoco el siglo ni el milenio en que vivió, ya que en este viaje sobrepasa tanto los confines de la Tierra como de los límites del tiempo. Por lo tanto aquello que juega una función dentro de la identidad verdadera del ser humano lo acompaña eternamente y ni la muerte, ni el Purgatorio ni tampoco el Paraíso o el Infierno puedan separarlo de él. El Sagrado Corán menciona a este respecto tres elementos fundamentales llamados “creencia”, “moral” y “actos” y los considera parte de los fundamentos formativos de la identidad del hombre. Estos tres elementos muestran la forma de relación del ser humano con Dios, y en la cultura del Corán lo interpreta como una relación especial de la existencia bajo el nombre de “ta’l.lah”. Por ello, el dicho más completo coránico respecto a la existencia de los humanos es “haîî muta’l.lah” –el vivo teocéntrico–. Si esos tres elementos: creencia, moral y actos toman forma en base a las enseñanzas de los Profetas Divinos, serán interpretados como religión, obteniéndose sólo la religión oficial ante Dios o sea el Islam. Según lo dicho por Dios, Glorificado sea, en la Sura Ali Imrân (3:19): «La religión ante Dios es el Islam», y aquel que posea los elementos importantes mencionados será “ser humano”. Entonces cada humano se encuentra sentado a la mesa de su propia creencia, moral y actos, y determina la identidad auténtica de sí mismo a través de estos elementos. Esto es, aquel que tiene fe y realiza en su alma la moral divina y actúe basándose en esa fe y esa moral, en la cultura del Sagrado Corán es un ser humano. Y esta identidad humana no sólo en el mundo lo distingue de los demás, sino que en el Purgatorio y en el Paraíso también lo caracteriza de los demás.[6]
[1]– Ÿawâdî Âmulî ‘Abdul.lah, La Sharîah en el espejo del conocimiento, Centro de Publicaciones Asrâ’, pp.11-112.
[2]– Tabâtabâî Saîîed Muhammad Husâîn, La Shî’ah en el Islam, p.86.
[3]– Tabâtabâî Saîîed Muhammad Husâîn, Estudios y Análisis Islámicos, pp.35-37; Máximas del Islam, pp.23-25.
[4]– Tabâtabâî Saîîed Muhammad Husâîn, Exegesis Al-Mizân, t.3, p.159.
[5]– Ídem, t.6, p.97.
[6]– Ÿawâdî Âmulî ‘Abdul.lah, La forma y conducta del ser humano en el Sagrado Corán, cap. quinto, pp.339-340.