Uno de los asunto que desde el pasado hasta hoy día ha sido tema de debate para el hombre, es el asunto del espíritu y de su autenticidad. La pregunta arriba mencionada se deriva también de este mismo asunto, que ¿acaso la autenticidad del ser humano es ese mismo cuerpo material y aparente o detrás de éste existe otro asunto que carece de las propiedades de este cuerpo aparente y tiene un aspecto sagrado? En caso de que sea así, ¿acaso esa existencia es material o inmaterial, y cuál será su destino después de la muerte del cuerpo?
La respuesta a esta pregunta que estamos tratando puede ser expuesta en forma de proposición para en forma lógica llegar a su conclusión:
Explicación de la proposición:
Primera introducción: el espíritu que compone la autenticidad del ser humano es inmaterial y algo que está fuera del cuerpo.
Segunda introducción: cualquier cosa que se encuentre fuera del cuerpo, esto es, sea un asunto inmaterial, no se ve afectado por el sueño ni por la muerte. Explicado de otra manera, es eterna.
Conclusión: el espíritu no se ve afectado por el sueño ni por la muerte.
Pero lo detallado de este asunto, demanda que cada una de estas dos introducciones sea debatida y argumentada en forma independiente.
Las causas de la inmaterialidad del alma y el espíritu:
Introducción para “deducción”
El ser humano posee dos formas de percepciones:
1. Las percepciones que necesitan del órgano de los sentidos tales como el volumen y el color de los cuerpos.
2. Las percepciones que no necesitan de los órganos de los sentidos tales como los estados internos y espirituales: el enojo, el miedo y uno de estos el “yo”.
Puesto que en las percepciones de los sentidos existen equivocaciones, el ser humano en ocasiones se equivoca en las percepciones de la primera forma. No obstante en la segunda forma no existen equivocaciones; puesto que en el conocimiento presencial no existe equivocación, sin embargo en el conocimiento adquirido es posible la equivocación. Entonces el ser humano además del cuerpo físico posee también otras perspectivas. Pero ¿acaso el “yo” es algo fuera de lo material o es ese mismo cuerpo?
Por varias causas el “yo” es algo fuera del cuerpo material[1]:
1. Encontramos al “yo” a través del conocimiento presencial contrario al cuerpo, esto es el alma para comprenderse a sí misma no necesita de herramientas ni medios, puesto que se descubre a sí misma a través del conocimiento presencial.
2. El “yo” mantiene su unidad y personalidad durante toda la vida, contrario al cuerpo que no sufre cambios.
3. El “yo” carece de compuestos y es indivisible, contrario al cuerpo que es compuesto y divisible. Pero el alma inclusive siguiendo al cuerpo es indivisible.
4. Los estados y los efectos espirituales tales como los sentimientos y los deseos son indivisibles y carecen de extensión –estos son propiedades de la materia– entonces su asunto es algo inmaterial.
5. Cada cosa incrementa su poder con aquello que es de su misma materia, y se debilita con aquello que se encuentra en su contra. Mientras que el espíritu se debilita a través de las percepciones corporales, y al alejarse de éstas y tender hacia lo espiritual incrementa su poder. Entonces se evidencia que el alma es algo fuera del cuerpo e inmaterial.[2]
6. Según la opinión unánime de todos los eruditos en medicina y la experiencia de todas las personas, con el incremento de la vida y los años, los miembros y las fuerzas corporales van en retroceso y decaimiento. Mientras que las facultades espirituales, en ese mismo momento van encontrando más fuerza (esto es contraria la una a la otra, mientras las facultades corporales se debilitan las facultades espirituales se fortalecen). Entonces se evidencia que las facultades intelectuales no son del cuerpo ni corporales, y en el estado de senilidad las facultades intelectuales no se debilitan, aunque las facultades que se encuentran hoy en el cuerpo o necesitan de un cuerpo se debilitan, pero las percepciones racionales puras que no tienen ninguna relación con el cuerpo ni con los hábitos espirituales, se fortalecen.[3]
7. Las propiedades y los efectos del alma con las propiedades y los efectos del cuerpo son diferentes, siendo sus casos de la siguiente manera:
a) El cuerpo sólo percibe y acepta las figuras limitadas, pero el alma puede aceptar infinitas formas y figuras (mientras percibe y acepta más figuras y formas se fortalece más).
b) Si el cuerpo carece de medios es imposible para éste regresar y presentar una figura destruida; mientras que el alma sin la necesidad de medios corporales tiene el poder para regresar una figura destruida; puesto que el alma en su perfección depende de su esencia, contrario al cuerpo. Entonces el rango del espíritu es superior al del cuerpo).[4]
8. El alma del ser humano comprende las ideas universales: por ejemplo, percibe lo general que es común entre todos los individuos, y ya que es general deberá carece de cualquier efecto, tal y como forma y situación para que pueda ser aplicado sobre todos sus individuos (de lo contrario si tiene forma o situación determinada, sólo es posible compararlo con una persona o un ejemplo), y ya que una opinión unánime respalda la existencia en esta forma general, entonces se evidencia que se realiza en el interior (si se realizase en el exterior necesita ser determina y esto está en desacuerdo con las ideas universales). Por ello deberá ser realizada en la mente, y el lugar de esta forma en la mente deberá ser inmaterial, de lo contrario si fuese material, la forma también siguiendo al lugar se vuelve material y encuentra determinación, y dejará de ser universal. Por lo tanto, este lugar de forma no es corporal, sino que es una esencia inmaterial que es llamada “alma”. Entonces concluimos que el alma es inmaterial y no necesita de lugar, mientras que el cuerpo se encuentra siempre en el exterior y necesita de un lugar.[5]
9. Si el ser humano se encuentra en un estado completamente de equilibrio corporal y el clima está también completamente moderado, olvida a su cuerpo y a todo lo que lo rodea, y si centra su atención se encuentra a sí mismo.[6]
10. Reflexionar y pensar en los conceptos intelectuales provoca debilidad en el cuerpo y fortalece la facultad intelectual, entonces el alma es algo inmaterial y fuera del cuerpo; ya que algo único no puede ser la causa de la debilidad de una existencia y al mismo tiempo la causa de la facultad de esa misma existencia. Por lo tanto, esta facultad intelectual no posee propiedades corporales.[7]
Las pruebas textuales respecto a la inmaterialidad del alma:
Numerosas aleyas en el Sagrado Corán son prueba de la inmaterialidad del alma que en forma resumida sólo indicamos tres casos:
1. En la Sura Al-Mu’minûn (23:12-14) menciona la creación del ser humano dice: «hemos creado al ser humano de un trozo de barro. Luego, le hemos creado de una gota…», hasta que llega al grado en que encuentra una forma de humano y se completa. Continuando dice: «y entonces lo hicimos aparecer con otra criatura», mientras que antes había utilizado el vocablo y la explicación de creación. Esto muestra que el ser humano alcanza una perfección que es diferente a la que tenía antes, y posee honores que antes no poseía. Por ello su autenticidad esencialmente es diferente a la del grado anterior, y ya que el en grado anterior fue cuerpo, entonces este aspecto deberá ser algo fuera de cuerpo y materia; esto es, ser inmaterial. Y por esta misma razón es que el ser humano tiene una dimensión inmaterial y superior a la material, Dios se elogió a sí mismo por la creación del ser humano, de lo contrario, si este elogio hubiese sido por su aspecto material del cuerpo de éste, las demás criaturas materiales también poseen cuerpo y materia, mientras que respecto a la creación de esas lo no dijo.
2. En la Sura Al-Baqarah (2:31-33) dice: «Y enseñó a Adán los nombres…», según lo expuesto por los exegetas, Dios Todopoderoso tiene manifestaciones y cada existencia es la manifestación de un nombre de Él. Por ejemplo los ángeles son la manifestación del nombre ‘alîm (Sabio), pero el ser humano es la manifestación de todos los nombres Divinos, ya que es superior a los ángeles. Entonces si los ángeles son la manifestación de un Nombre de Dios, son inmateriales, el hombre que es la manifestación de todos los Nombres Divinos, deberá en forma más elevada ser inmaterial. De lo contrario si sólo tuviese una dimensión material, sería necesario que la materia, que es inferior en grado a lo inmaterial, fuese la manifestación de todos los Nombres Divinos, mientras que los ángeles son sólo la manifestación de un Nombre, y la necesidad de esto se contradice, puesto que al mismo tiempo que el ser humano es inferior y menor que los ángeles (desde el aspecto material), es superior a éstos (desde el inmaterial).
3. El Sagrado Corán en la Sura Al-Baqarah (2:154) y Âl-e Imrân (3:169) dice: «…Y no creáis en absoluto que aquellos que han sido matados en la senda de Dios (los mártires) están muertos. Sino que están vivos y provistos de todo junto a su Señor», y esto concuerda sólo con la inmaterialidad del alma. A través del martirio el cuerpo se destruye y en el aspecto material no existe diferencia entre martirio y muerte. Esto tampoco es especial de los mártires, pues hay personas piadosas y Profetas que muchas de éstas poseen un rango superior al de un mártir común. Además, si a través del martirio se vuelven inmateriales, ocurriría un cambio en la esencia. Es evidente que esto es imposible, puesto que algo que es material y no tiene capacidad para ser inmaterial, ¿cómo puede volverse inmaterial a través del martirio? Por otra parte si las almas de los mártires fuesen materiales, y estuviesen provistos de todo junto a Dios, sería necesario que Dios fuese también material, y la materia necesita de lugar y el lugar deberá ser también material. Otro asunto que confirma la teoría de la inmaterialidad del alma son los sueños reales de los muertos y la información correcta que dan, o la invocación de las almas, o los prodigios de los satos de Dios.[8]
La sobrevivencia del alma después de la muerte del cuerpo:
En forma sucinta se indican algunas causas de la sobrevivencia del alma:
1. Si una creación realizó un viaje ascendente y traspaso la naturaleza, no se extingue ni destruye. La materia sube hasta el último grado posible de la ascensión, después de esto, el alma abandona el cuerpo y se vuelve una existencia inmaterial autosuficiente de la materia y olivada a la naturaleza. Por ello, la inexistencia no se realiza en él, puesto que la inexistencia y la destrucción son de las propiedades de la materia ni del cuerpo; mientras que en la materia existe capacidad y poder. Y hasta el momento en que exista esta capacidad, la materia también existe, pero después de terminarse las capacidades y de llegar a realizarse se dirigen hacia la destrucción y extinción. Pero el alma, ya que después de su separación de la materia carece de las propiedades de ésta, se vuelve eterna e inmortal. Sólo en una forma la inexistencia es posible para el alma que esto es la destrucción del Agente de la Causa, y esto también es imposible.
Explicación de un asunto:
El agente de la causa del alma o es el Ser necesario o es una creación que llega también al Ser necesario. En el primer caso, ya que el alma pertenece al Origen y es pura, y no existe en ella ninguna composición ni facultad, entonces toda su esencia pertenece al Ser necesario y es esa misma pertenencia y relación, y ya que la inexistencia en el Origen es imposible, entonces para Su creación es imposible el suceso de la inexistencia y la destrucción. Por el principio filosófico innegable que es imposible la violación del efecto de la causa: esto es, es imposible que exista una causa pero no exista un efecto (al igual que al contrario también es imposible). En caso de que la causa sea algo fuera del Ser necesario, sin duda deberá llegar a Dios puesto que “todo lo que existe en el Universo llega a la Esencia”, y la suposición es que cualquier cosa que no sea el Ser necesario, es un efecto y posible de existir. Por lo tanto deberá llegar a Dios de lo contrario se crea un círculo vicioso, que su imposibilidad fue comprobada ya en su momento. Y ya que llega a su origen de Ser necesario, según lo mencionado, es imposible para Él que ocurra la inexistencia.
2. El alma hasta que administra al cuerpo posee movimiento, y en conclusión se ve acompañada de cambios –o realiza un viaje ascendente o descendente–, pero después de abandonar el cuerpo ya no existirá movimiento en ella, y ya que carece de movimiento entonces rechaza los cambios en ella misma. Por lo tanto, se convierte en una existencia fija y eterna.
Aunque todas las almas no llegan a la inmaterialidad en el entendimiento y permanecen en la inmaterialidad de la fantasía, pero no ocurre ningún impedimento puesto que en la sobrevivencia del alma, es suficiente también con la inmaterialidad de la fantasía. Y por ello inclusive los grandes sabios sostienen la sobrevivencia de las almas de los animales que poseen la facultad de la fantasía y el temor.
3. La prueba de la sabiduría: La creación del Universo no es inútil, sino fue creada con sabiduría como consecuencia de que su creador es Sabio, aunque el creador de la existencia es autosuficiente y poderoso absoluto, por ello en los actos de Sí mismo no tiene ganancia –sea directa o indirectamente–. Pero el que la creación llegue a la perfección no se contradice con el propósito del Creador, tal y como dice en una parte del Sagrado Corán: “Nosotros creamos al ser humano para que relace el culto y para que llegue a la perfección a través de servir a Dios”. Por lo tanto el Universo, es la creación de un Sabio. Entonces es imposible que la creación carezca de propósito y cuando llega a realizar su intención también llega a la perfección, mientras que la realización de este propósito es definitiva. Ahí donde dice: “No existe ninguna duda en el día del Juicio y del Castigo, puesto que Él es el creador de las criaturas y domina sobre ellas”, quiere decir por lo tanto no existe obstáculo para que el Universo no llegue a su perfección, y cuando llega a su perfección no puede hacerlo sin los preparativos y las herramientas especiales de sí mismo. El Creador Sabio, equipa a las criaturas de herramientas, y la perfección se realiza también a través de la realización del último propósito. Por lo tanto el alma deberá ser eterna e inmortal, puesto que: Primero, la extinción y destrucción se contradice con la perfección. Segundo, llegar a la perfección para después extinguirse es un acto inútil, y se contradice con la Sabiduría del Creador Sabio.
4. La prueba de la justicia: poniendo atención que toda la gente de la sociedad no obedece las órdenes Divinas y siempre los Profetas Divinos tuvieron oponentes y enemigos, y en la sociedad existen dos grupos: los devotos y los maliciosos y opresores; los devotos que sólo piensan en Dios y en hacer el bien, y consideran como su acto principal servir a la creación, y ante éstos están los individuos opresores y tiranos que constantemente se encuentran realizando tiranía y corrupción, y desviando a los demás, pero a pesar de esto el tirano no llega a su castigo, ni tampoco los devotos llegan a su recompensa, y si el tirano es también castigado en este mundo, no iguala a los actos que realizó, e inclusive en muchos casos la recompensa de los buenos actos tampoco puede compensar los buenos actos y esto es una de las particularidades del mundo. Entonces deberá existir otra vida después de esta, y el alma que es la autenticidad del ser humano, después de haberse separado y alejado del cuerpo se coloca en esa otra vida esperando ver el resultado de sus actos. Por lo tanto si el alma también, al igual que el cuerpo, pierde su vida, los actos de los siervos quedaran sin respuesta y recompensa, y esto es desagradable e imposible para el Creador Sabios, y está en contra de la justicia. Y ya que justicia significa “otorgar todo el derecho al propietario de éste”, entonces este significado no se realiza a menos que con la sobrevivencia del alma.
Pruebas textuales respecto a la sobrevivencia del espíritu y el alma:
1. De la Sura Az-Zumar 39:42 se deduce que Dios Todopoderoso guarda las almas de los muertos en un mundo especial, y su testigo es también el vocablo tawaffâ que significa tomar y recibir completamente, entonces se evidencia que después de este mundo, el espíritu no se extingue.
2. En la Sura Al-Baqarah (2:154) y Âl-î Imrân (3:169) dice: «…Y no creáis en absoluto que aquellos que han sido matados en la senda de Dios (los mártires) están muertos. Sino que están vivos y provistos de todo junto a su Señor».
3. En otra de las honorable suras dice: “Día y noche cae el castigo sobre el Faraón y sus dignatarios, y el día del Juicio recibirá el castigo más grande”, mientras la necesidad de este dicho es la sobrevivencia del alma puesto que una existencia que se extingue y es destruida no siente el castigo, y con los demás cuerpos sólidos no tiene diferencia. Entonces la autenticidad del ser humano deberá ser algo que no sea corporal.
A continuación presentamos las opiniones de algunos grandes sabios en filosofía:
1. Avicena respecto a la sobrevivencia del alma dijo: “El alma no sigue al cuerpo, y sólo es un medio para llegar a alcanzar la perfección meritoria, entonces a través de la muerte pierde al cuerpo, y el alma no sufre daño. Entonces el alma en esencia no necesita de materia. Los filósofos concuerdan en que el alma es inmaterial en esencia, pero en el acto necesita de la materia. Por lo tanto al destruirse la materia y el cuerpo ésta no se extingue.
En otra parte dice: “El alma se encuentra unida al intelecto activo y al perder el cuerpo, que juega el papel de medio para ésta, el alma no es dañada puesto que el alma razona a través de su esencia, y no a través del medio o la herramienta”. Primero, la inmaterialidad del alma se ha comprobado y, segundo, según el principio filosófico innegable, cada inmaterial razona a través de su esencia y tiene el conocimiento presencial, no sólo no se comprende a sí misma sino que comprende a los demás inmateriales.
2. La opinión de Moula Sadra, fundador de la sabiduría trascendental, a este respecto es que: “El alma después de haber obtenido la perfección llega al grado en que ya no necesita más del cuerpo, y por ello se separa de éste, y recurre a su Origen, y ahí se vuelve tan contento y alegre que es imposible entenderlo a través del cuerpo”. Así también dijo: “Mientras más dependencia tenga el alma del cuerpo, se percibe menos a sí misma, y si esta separación incrementa puede percibirse mejor, y a través de la muerte este sentimiento llega a su perfección”.
Es necesario explicar que las causas de la sobrevivencia del alma rechazan la muerte del alma, y también se deduce que el alma no duerme, puesto que el sueño es un grado menor al de la muerte y la diferencia entre éstas dos consisten en que con la muerte se corta por completo la relación entre el alma y el cuerpo, y el espíritu cuando llega a su perfección meritoria de sí mismo, abandona al cuerpo, pero a través del sueño, la relación no se termina por completo entre el espíritu y el cuerpo, sino que se debilita y casi puede decirse que durante el sueño el alma no utiliza al cuerpo a menos que muy poco, y además esta honorable narración puede confirmar lo dicho que: “El sueño es hermano de la muerte”.[9]
Claro está para probar que el alma no duerme pueden presentarse otras causas como éstas:
Por una parte, puesto que al principio de este articulo se confirmó que el alma es inmaterial y que el alma es algo fuera del cuerpo, y por otra parte puesto que el sueño es para recuperar las fuerzas y descansar, y estos asuntos también son de las propiedades y de los efectos del cuerpo, concluimos que el alma y espíritu humano no duerme sino que según lo dicho por algunos de los investigadores el que el cuerpo duerma es para recuperar las fuerzas como causa del cansancio derivado de la utilización que el alma realiza en el cuerpo.
[1]– Avicena, Ishârât, tercero y séptimo método; ‘Al.lâmah Hillî, Explicación de la inmaterialidad, segundo propósito; Moula Sadra, Asfâr, t.9, capítulo 1, p.260.
[2]– Maylisî, Bihâr, t.58, cap.42, p.17; La Resurrección desde el punto de vista del Imâm Jomeînî, p.38; Moula Sadra, Asfâr, t.8, p.295.
[3]– ‘Al.lâmah Hillî, Explicación de la inmaterialidad, segundo propósito, cap.4, quinto asunto.
[4]– Moula Sadra, Asfâr, t.8, p.302; Maylisî, Bihâr ul-Anwâr, t.58, capí.42, p.18.
[5]– Tabâtabâî Saîîed Muhammad Husâîn, Nahâîat ul-Hikmah, tercer nivel, p.34.
[6]– Avicena, Ishârât, tercer renglón, cap.1, p.292.
[7]– Moula Sadra, Asfâr, t.8, p.295; Maylisî, Bihâr ul-Anwâr, t.58 p.18.
[8]– Maylisî, Bihâr ul-Anwâr, t.58, cap.42, p.6; La Resurrección desde el punto de vista del Imâm Jomeînî, p.50.
[9]– Mustafawî Hasan, Misbâh Al-Sharî’âh, p.181.