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Es necesario considerar este punto respecto a los asuntos de la otra Vida y de la situación del Paraíso y del Infierno, fuera de aquello que nos llegó por medio de la revelación y de lo dicho por los Inmaculados Imâmes (a.s.) religiosos, por otro medio no puede obtenerse información.
La respuesta a la pregunta en cuestión tampoco fue mencionada en los textos religiosos en forma clara, por ello poniendo atención en los puntos mencionados puede opinarse a ese respecto que en el Paraíso no existen leyes ni mandatos especiales, y si los hubiese son diferentes a los mandatos y las órdenes de este mundo; puesto que la filosofía de los mandatos que Dios Sublime estableció e hizo obligatorio para los seres humanos su realización, son para el desarrollo, la sublimidad y la perfección del ser humano que se cometerá como consecuencia de la realización de la tarea en este mundo, mientras el grado que obtiene el ser humano en el Paraíso es por los buenos actos que él mismo realizó en este mundo antes de morir, o los que sus hijos piadosos y rectos, o los demás creyentes después de su muerte hayan realizado y obsequiado la recompensa a él. Explicado de una forma más exacta, el Paraíso y el Infierno son la esencia y la realidad de los actos que nosotros realizamos en el mundo. Al igual que en numerosas narraciones dice que hoy día la vida del mundo es un lugar para actuar y no tiempo para entregar cuentas, y mañana, la otra Vida, es lugar para entregar cuentas y no lugar para actuar.[1] Por lo tanto en la otra vida no existe el acto que se realice en base a una obligación y provoque su control, ni que el acto tenga una esencia y una realidad que en otro lugar se manifieste.
Además los mandatos y las leyes normalmente se establecen en un lugar que existe la transgresión o por lo menos la posibilidad de ésta respecto a los derechos de otros, mientras que estos asuntos en el Paraíso no ocurren, puesto que:
1. No existe el campo para la transgresión; la transgresión y el crimen normalmente ocurren en los lugares que las posibilidades son limitadas y la demanda para alcanzar una bendición sea más que la oferta, mientras que en el Paraíso no existe ninguna deficiencia. Según lo dicho por el Generoso Corán: “A su disposición tendrán todo lo que deseen y lo que atraiga sus vistas”.[2]
2. Otro asunto que hace necesario el establecimiento de las leyes es donde la gente bajo la influencia de inspiraciones diabólicas y deseos concupiscentes o enfermedades psíquicas, tales como la envidia y el odio realiza actos desagradables e indignos, mostrándose opresora hacia sí misma y hacia los demás. Este tipo de asuntos tampoco existen en el Paraíso, puesto que aquellos que entran en ese lugar son personas de corazón y naturaleza pura, que en el mundo pudieron también controlar sus deseos concupiscentes y sus enfermedades morales. Además de que el Generoso Corán dice: “Eliminaremos cualquier ‘gil’ (celo, odio, enemistad y traición) de los pechos de los merecedores del Paraíso (y purificaremos sus almas) mientras que todos son hermanos entre sí…”.[3] Así también la palabra y plática que se intercambian entre los merecedores del Paraíso no son otras más que saludos y salud, bondad y amabilidad.[4]
Por lo tanto parece ser que no existe terreno para que surja la enemistad y la transgresión entre los merecedores del Paraíso y se anula la posibilidad de contiendas. En conclusión no existe la necesidad del establecimiento de leyes. Además de esto, de las aleyas coránicas se deduce que el deseo y gusto de los merecedores del Paraíso no se inclinan hacia las maldades y fealdades, puesto que ellos han alcanzado el máximo grado de humanidad, perfección y belleza en el alma, en tal forma que no aman nada a menos que realmente eso sea digno de amar.[5] Y no aman nada a menos que Dios lo ame.[6] Por lo tanto no hay necesidad del establecimiento de leyes ni mandatos.
Algunos de los exegetas a continuación de esta aleya del Generoso Corán que dice: “Circularán entre ellos con bandejas de oro y copas y en ellas tendrán lo que deseen sus almas y un deleite para la vista”[7], han realizado esta pregunta que ¿acaso la propagación y expansión del significado de esta aleya también comprende las cosas que son prohibidas en el mundo? Y ¿si un merecedor del Paraíso desea algo prohibido, lo ponen a su disposición? Respondieron que, exponer esta pregunta es por no haber puesto atención en un punto, y este es que las prohibiciones y fealdades en realidad se asemejan a alimentos inadecuados para el alma del ser humano, y un alma saludable no puede tener ese apetito. Es esta alma enferma la que en ocasiones ingiere alimentos inadecuados e inclusive ingiere venenos. Hay enfermos que incluso desean comer tierra y parecidos a esto, pero al terminar la enfermedad termina ese apetito falso. Los merecedores del Paraíso también nunca desean cosas impuras como esas, puesto que la inclinación y atracción de sus almas es hacia las bondades y purezas.[8]
[1]– Al-Kafî, t.8, p.58, أَمِیرُ الْمُؤْمِنِینَ (ع): "...فَإِنَّ الْیَوْمَ عَمَلٌ وَ لَا حِسَابَ وَ إِنَّ غَداً حِسَابٌ وَ لَا عَمَلَ".
[2]– Recurrir a: Az-Zujruf 43:71.
[3]– Recurrir a: Al-Ĥiŷr 15:47.
[4]– Recurrir a: Al-Wāqi‘a 56:26.
[5]– Exegesis Al-Mîzân, (trad.al persa), t.29, p.272.
[6]– Ídem, t.34, p.154.
[7]– Az-Zujruf 43:71.
[8]– Recurrir a: Exegesis Nemunah, t.21, p.116.