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Tal y como en el mundo de la naturaleza el movimiento descendente es más fácil que el ascendente, sucede lo mismo con el movimiento en los asuntos espirituales y morales. En la terminología del Sagrado Corán, al movimiento ascendente lo relaciona con dificultades y esfuerzos. Dios Todopoderoso en la Sura Al-Inshiqâq dice: «¡Oh humano! En verdad, te esfuerzas afanosamente hacia tu Señor, y te encontrarás con Él!» Mientras que el mundo fue llamado “dunîâ” ya que éste es más bajo que cualquier otra cosa. Y para caer en el abismo de los deseos concupiscentes es suficiente con que el ser humano pase por alto las perfecciones, las puridades, el innato espiritual y la racionalidad. Ir hacia lo espiritual es similar a ascender difícilmente una montaña, pero ir por el sendero de los deseos concupiscentes es fácil y similar a caminar hacia la pendiente. Así que la tendencia hacia el otro mundo y hacia los asuntos espirituales, es caminar hacia el innato divino, y la tendencia hacia lo material y lo mundano es moverse basándose en la naturaleza material, mientras que el ser humano siente más apego hacia lo aparente del mundo material.
Tal y como en el mundo de la naturaleza el movimiento descendente es más fácil que el ascendente, sucede lo mismo con el movimiento en los asuntos espirituales y morales. El Sagrado Corán, relaciona al movimiento ascendente con dificultades y esfuerzos: «¡Oh humano! En verdad, te esfuerzas afanosamente (kadh) hacia tu Señor, y te encontrarás con Él!»[1] “Kadh” en la lingüística árabe significa esfuerzo y expresa dificultad, molestia y afán.[2] Para la descensión y para la desdicha es suficiente que el ser humano siga sus deseos; ya que caminar por el sendero de los deseos concupiscentes se asemeja a caminar hacia la cuesta, que es sencillo y fácil. Pero caminar según lo que ordena la razón y el sendero de la sharîah o ley Divina, y oponerse al mundo, al demonio y a los deseos concupiscentes, significa caminar hacia arriba y en forma ascendente. Esto es fácil al igual que subir a la montaña y va acompañado del sentimiento de prosperidad y de la creencia humana. Desde el punto de vista del Generoso Corán, el ser humano es un ser que por una parte tiene innato divino y por otra, cuenta con una naturaleza material. El innato divino lo invita a los elevados conocimientos, lo espiritual y las bondades; mientras la naturaleza lo invita a las bajezas materiales, a los deseos concupiscentes y a las maldades. La vida del ser humano, es una escena de enfrentamiento constante entre la naturaleza y su innato espiritual. Si la naturaleza del ser humano triunfa sobre su innato espiritual y sigue el sendero de la naturaleza, desde el punto de vista del Corán este ser humano es un ser contradictorio y desviado. Y si su innato espiritual triunfa y domina a su naturaleza, y su naturaleza obedece a su innato espiritual, en este caso, este es un ser que ha sido colocado en el sendero de la guía, y transita por el sendero de verdad.[3]
“Dunîâ” en la lingüística significa “bajeza” y para buscar al mundo es suficiente cerrar los ojos al Cielo Sublime. Pero para dejar a un lado las atracciones del mundo y ascender hacia lo espiritual, no es suficiente el deseo interno, pretender ni hablar, sino que debe oponerse a los deseos concupiscentes, luchar en contra de las tentaciones diabólicas, dejar a un lado las costumbres y los hábitos indecentes, y cortar con miles de cuerdas que cada una de éstas en una manera envuelven y atrapan al ser humano haciéndolo rutinario. Por ello los sabios de moral y eruditos del misticismo práctico, en ocasiones presentaron cientos de campos o miles de etapas, o presentaron en el molde de los hábitos de las experiencias espirituales a las sublimes verdades espirituales y a los sederos de ascensión de los peldaños del desarrollo y perfeccionamiento, para que al final el ser humano pueda salir de las restricciones y ser servidor obediente de Dios. Las experiencias espirituales de servir a Dios, se encuentran en un camino ascendente no horizontal. El propósito de llamarlo ascendente aquí, es ascendente hacia lo divino y no hacia lo natural. Esto significa llegar a un “rango más elevado” no a un “lugar mejor”. Por ello, demanda provisiones que ayuden al ser humano para encontrar un camino hacia un rango más elevado. Dios Sublime a las experiencias espirituales las recuerda bajo el nombre de un viaje ascendente y horizontal. En Su Sura Muyâdilah dice: «…Dios elevará (rafa’) el grado a quienes de vosotros tengan fe y a quienes les ha sido dado conocimiento (a través de un rango)».[4] Aquél que transite el sendero ascendente se elevará, y Dios a este camino lo llama “rafa’” (elevar). Tal y como en la Sura Fâtir que a este camino lo ha explicado como ascendencia (su’ûd): «A Él asciende la buena (taîîeb-puro) palabra y la obra recta la eleva».[5] Por lo tanto de estas dos explicaciones, rafa’ y su’ûd, se evidencia que la experiencia espiritual es vertical y busca un rango divino, no horizontal y busca un lugar en el mundo. Puesto que caminar hacia un lugar –aunque sea un lugar mejor– aun así es horizontal y no vertical, y Dios a la elevación de aquellos tales como el Profeta Idris (a.s.) que realizaron este viaje los recuerda de la siguiente manera: «y le elevamos a una altísima posición espiritual»[6], que se refiere a un rango supremo, no un lugar figurativo ni aparente. Y Dios Sublime cuando menciona Sus cualidades también se menciona como alguien que posee rangos elevados: «Él es Quien eleva los grados, el Señor del Trono».[7] Por lo tanto dirigirse hacia Dios, esto es, dirigirse hacia un rango elevado, y los creyentes poseen el rango elevado y los sabios gozan de un rango mejor y más enaltecido. Y el término taîîeb (puro-bueno) asciende hacia esta parte.[8] Otras interpretaciones son una razón para que los que buscan a Dios realizan un movimiento ascendente y elevado, y los que buscan lo terrenal realizan un movimiento descendente y abyecto. El mundo fue llamado “dunîâ” ya que es más bajo que cualquier otra cosa.[9] El ser humano se vuelve miserable cuando busca lo terrenal y mundano.[10]
Para acercarse a Dios y elevarse hacia los rangos espirituales… “será más meritorio si dejáis a un lado vuestros bienes e hijos”.[11] “Tolera y perdona la debilidad de la gente generosa, porque si tropieza y cae, la Mano de Dios la levanta”.[12]
Así que la tendencia hacia el otro mundo y hacia los asuntos espirituales, es caminar hacia el innato divino, y la tendencia hacia lo material y lo mundano es moverse basándose en la naturaleza material, mientras que el ser humano siente más apego hacia lo aparente del mundo material, y se encuentra ocupado en éste: «Conocen lo aparente de la vida de este mundo y no prestan atención a la Otra Vida».[13] Así también todo bien que llega fácil y al contado a tus manos es el propósito y lo favorable de los seres humanos: «¡Pero no! Amáis la vida transitoria y descuidáis la Otra».[14] Que bajo esas mismas bases el Imâm ‘Alî (a.s.) dijo: “Ellos (los desviados) prefirieron este mundo vicioso al reino de Dios”.[15]
En conclusión, se muestra más sencilla la tendencia del ser humano hacia lo material y hacia el mundo.
[1]– Sagrado Corán 84:6.
[2]– ‘Askarî Abu Hilâl, Al-Fruq fil Lughah, p.368.
[3]– Hadavî Tehrânî Mahdî, Bawarhâ wa Porsesh.ha, p.84, Instituto de Cultura Janeîe
irad.
[4]– Sagrado Corán 58:11.
[5]– Sagrado Corán 35:10.
[6]– Sagrado Corán 19:57.
[7]– Sagrado Corán 40:15.
[8]– Yawâdî ‘Âmulî ‘Abdul.lah, Interpretación temática del Sagrado Corán en el Corán,
os grados de la moral en el Corán, tercera parte, p.233.
[9]– Rey Shahrî, Muhammad, (Husaîni Saîied Hamîd) – Muntahab Mizân Al-Hikmah,
.2171.
[10]– Ídem, h.2192.
[11]– Nahyul Balâgah, sermon 52.
[12]– Nahyul Balâgah, dicho 20.
[13]– Sagrado Corán 30:7.
[14]– Sagrado Corán 75:20-21.
[15]– Nahyul Balâgah, sermón 144.