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Recurriendo a los textos religiosos y poniendo atención en el contenido de las aleyas y las narraciones, se entiende que el ser humano goza de libertad para decidir. El significado de estas palabras no son que el ser humano cuenta con libertad absoluta, y ningún factor ni poder pueden influir y dominar sobre su conducta y sus actos. Sino que el propósito es decir que contrario a todos estos factores y condiciones teniendo en cuenta el dominio, el poder y el deseo Divino la humanidad tiene poder para realizar actos que, en caso de que desease podría no realizarlos, y comportarse de otra manera. Entonces el ser humano es responsable de sus actos y no se ve dominado por la predestinación absoluta.
Es evidente que el ser humano al mismo tiempo que es libre para decidir y goza de libertad para crear sus sistemas psíquicos y cambiar el ambiente natural en una forma agradable para él y construir su futuro tal y como él quiere, tiene numerosas limitaciones y su libertad es una libertad relativa. Y si el ser humano no puede cortar por completo su relación con lo heredado, con el ambiente natural, con el ambiente social, con la historia y con el tiempo, pero puede hasta cierto punto rebelarse ante estas limitaciones y librarse de la influencia de la dominación de estos factores. El ser humano a través del poder de la razón y del conocimiento por una parte, y por medio del poder del deseo y de la fe por otra, realiza cambios en estos factores y los hace concordar con sus deseos, volviéndose él mismo dueño de su destino.
Al recurrir a los textos religiosos y poniendo atención en el contenido de las aleyas y las narraciones, se entiende que el ser humano goza de libertad para decidir. El significado de estas palabras no es que el ser humano cuenta con libertad absoluta, y ningún factor ni poder pueden influir ni dominar sobre su conducta y sus actos, sino que el propósito es decir que contrario a todos estos factores y condiciones al proteger el dominio, el poder y el deseo Divino la humanidad tiene poder para realizar actos que, en caso de que desease podría no realizarlos, y comportarse de otra manera. Entonces el ser humano es responsable de sus actos sin verse dominado por la predestinación absoluta.[1]
Para esta pretensión se han mencionado numerosas interpretaciones por parte de los teólogos y sabios islámicos que la más profunda y bella entre éstas es la interpretación que presentó Moula Sadra.
El dijo: “Los fenómenos de la existencia a pesar de todas las diferencias que tienen entre sí desde la posición de esencia, atributos y actos, y también con todas las diferencias que tienen desde el enfoque de cercanía y lejanía con el Origen de la Creación, en un asunto coligan y éste es que una Verdad Divina contiene a todos estos. Esta Verdad Divina (la Existencia Absoluta) al mismo tiempo que es vasta y unida, contiene todas las dimensiones del mundo existente y ninguna partícula en la amplitud de la vida del dominio y su abarcamiento se encuentra fuera de esta Verdad Divina y Luz de las luces”.
Por lo tanto al igual que en el sistema de la creación, el rango y la existencia de cualquier fenómeno, es el rango y la existencia de Dios, el acto de cada fenómeno es también el acto de Dios. Claro está no se pretende decir que, por ejemplo el acto que realizó Juan no fue un acto realizado por él, sino que el propósito es decir que su acto, al mismo tiempo que realmente es un acto realizado por él, ciertamente es también un acto de Dios.
En conclusión, tal y como la existencia de Juan, sus sentidos y especialidades le son atribuidos a él mismo, el acto y su realización le son también atribuidos a él, y estos dos son atribuciones reales. Entonces la teoría de la predestinación es incorrecta. Al igual que la existencia de Juan al mismo tiempo es su existencia, y efectivamente es un acto atribuido a él, este acto le es también atribuido a Dios, ya que Él otorga la emanación de la existencia, la sabiduría, el deseo, el movimiento, el estar y todo aquello que emana de él, al mismo tiempo que ciertamente le es atribuido a él, tiene también una relación verdadera con Dios. Entonces el ser humano efectivamente es el actor y el creador de sus actos.
Es evidente que el ser humano al mismo tiempo que es libre para decidir y goza de libertad para crear sus sistemas psíquicos y cambiar el ambiente natural en una forma agradable para él y construir su futuro tal y como él quiere, tiene numerosas limitaciones, y su libertad es una libertad relativa; es decir libertad dentro de un círculo limitado. Las limitaciones del ser humano son desde varias perspectivas:
1. La herencia
El ser humano viene al mundo con una naturaleza humana, y puesto que sus padres fueron humanos él también inevitable y forzosamente nace humano, y por otra parte sus padres tienen una serie de atributos hereditarios tales como: color de piel, de ojos y demás especialidades físicas que por causalidad las heredaron de sus ancestros, sin haber elegido él mismo ninguna de éstas, sino que forzosamente la herencia se los otorgó.
2. El ambiente natural y geográfico
El ambiente natural y geográfico, y la región en la cual se desarrolla y crece, inevitablemente realizan una serie de efectos influyentes el cuerpo y alma del ser humano. Así también la región fría o tropical, o también el las áreas desérticas o montañosas producen efectos sobre el cuerpo, la moral y mentalidad del hombre.
3. El ambiente social
El ambiente social del ser humano es un factor importante en la formación de las especialidades espirituales y morales de éste, el idioma, las costumbres sociales, la religión, por lo general son las cuestiones que el ambiente social impone al ser humano.[2]
El Corán al mismo tiempo que para la sociedad considera naturaleza, personalidad, intención, fuerza, vida, muerte, consciencia, obedecimiento y rebelión, y considera a la sociedad influyente en las conductas del ser humano, directamente estima al individuo poderoso desde la perspectiva de la posibilidad de desobedecer lo que le ordena la sociedad.
En la Sura An-Nisā’ [4:97] respecto al grupo que se llama a sí mismo “oprimidos en la sociedad” dice que de ninguna manera serán aceptadas sus excusas, puesto que con lo mínimo que contaban era con la posibilidad de emigrar.
O en otra parte Dice: «¡Oh, los que creéis! Vuestra responsabilidad es cuidar de vuestras propias almas. Mientras vosotros estéis bien guiados nadie que se extravíe podrá perjudicaros».[3]
4. La historia y los sucesos en el pasado
En las épocas anteriores, así como los sucesos y accidentes ocurridos en el pasado tienen también efectos convenientes en la formación del ser humano. En forma general entre el pasado y el futuro de cada creación existe una relación definitiva y cierta, el pasado es el esperma y núcleo del futuro.
Al final, aunque el ser humano no puede cortar por completo su relación con lo heredado, el ambiente natural, el ambiente social, la historia y el tiempo, pero puede hasta cierto punto rebelarse ante estas limitaciones y librarse de la influencia de la dominación de estos factores. El ser humano a través del poder de la razón y del conocimiento por una parte, y por medio del poder del deseo y de la fe por otra, realiza cambios en estos factores y los hace concordar con sus deseos volviéndose él mismo dueño de su destino.[4]
No negamos el papel que juegan los factores genéticos, bióticos y naturales en la formación de la personalidad y conducta de los individuos. Pero es incorrecto que a todos los factores influyentes en la personalidad y conducta de los seres humanos los restrinjamos al factor genético y formación biótica de estos, y es pasar por alto la perspectiva espiritual e inmaterial del ser humano. Tomando en cuenta la comprobación de la existencia del alma abstracta, el deseo libre humano es de los poderes del alma abstracta, y considerando el deseo libre de los seres humanos, aunque puede aceptarse el papel que juegan los factores naturales y la interacción física y química, pero se enfatiza en este punto que el papel que juegan estos asuntos no se encuentra a nivel de privar a la voluntad del ser humano. ¿Acaso ignoramos que con la existencia de factores externos y sus influencias en la estimulación en algunos de los instintos, en los deseos y en el acceso de un acto y de las cualidades sensibles físicas y químicas, podemos resistir ante esos factores? En nuestra vida diaria y las de otros experimentamos ejemplos numerosos en este campo.
La ley de la herencia tampoco demanda que un niño que heredó parte de las particularidades de sus padres y ancestros, no tenga ningún poder para elegir. El ser humano puede también elegir sus actos y contrario a lo que demandan todos estos factores, puede elegir otra conducta.[5]
Fuentes para mayor estudio:
Muhammad Taqî Ÿa’farî, Lo predestinado y la voluntad.
Ÿa’far Subhânî, El destino desde el enfoque del Conocimiento y la Filosofía
Saîîed Muhammad Bâqîr Sadr, El ser humano responsable y creador de la Historia.
Prof. Mártir Murtidâ Mutaharî, El ser humano y el destino.
Muhammad Taqî Misbâh Ÿazdî, Las Sabidurías del Sagrado Corán (teología, cosmología, humanismo).