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“‘Uwaîmir Ibn Mâlik” fue uno de los descendientes de Jazraÿ, más bien conocido por su sobrenombre es decir “Abû Dardâ”. El fue uno de los Compañeros Cercanos del gran Profeta (s.a.w.), vivía como uno de los integrantes de la tribu de Jazraÿ en Medina y después de transcurridos varios meses del arribo del Profeta (s.a.w.) a Medina fue a visitarlo y aceptó el Islam.
Abû Dardâ que declaraba la superioridad del Imam ‘Alî (a.s.) sobre Mu’awîîah, acompañado de Abû Harîrah se presentó ante Mu’awîîah para invitarlo a obedecer a ‘Alî. Pero cuando Mu’awîîh tomó como pretexto el asesinato de ‘Uzmân, envió a Abû Dardâ y a Abû Harirah hacia ‘Alî (a.s.) para pedir a este honorable a los asesinos de ‘Uzmân, para con esto dar fin a la guerra. Ellos así lo hicieron se presentaron ante ‘Ali (a.s.) pero se encontraron con Mâlik Ashtar quien les reprochó fuertemente al grado que ese día se arrepintieron de ver a ‘Alî (a.s.). El segundo día cuando estos dos mencionaron el asunto ante ‘Alî (a.s.) se encontraron ante diez mil personas que se presentaron como los asesinos de ‘Uzmân. Por ello desesperanzados regresaron a su ciudad, en donde ‘Abdul Rahman Ibn ‘Uzmân los amonestó.
De cualquier manera, respecto a su ofensiva en cuanto al gobierno verdadero puede considerarse el ejemplo de las palabras del Imam ‘Alî (a.s.) acerca de algunas personas que dijo: “No defendieron la verdad ni tampoco reprocharon lo falso”.
Existen hadices en las fuentes narrativas de las Escuelas Suní y Shî’ah, que Abû Dardâ transmitió del Profeta (s.a.w.).
Algunos de los historiadores consideraron su muerte después de la Batalla de Siffîn, y otros sostuvieron que Abû Dardâ falleció dos años antes de la muerte de ‘Uzmân.
“‘Uwaîmir Ibn Mâlik” fue uno de los descendientes de Jazraÿ[1] y Compañero Cercano del Profeta (s.a.w.) más bien conocido por su sobrenombre es decir “Abû Dardâ”.[2]
El vivió como uno de los integrantes de la tribu de Jazraÿ en Medina y aceptó el Islam como religión. Su conversión al Islam sucedido así que un día “‘Abdul.lah Ibn Rawâhah”, que era su hermanastro, se presento en casa de Abû Dardâ, y hacha en mano comenzó a destruir el ídolo de Abû Dardâ, mientras recitaba esta estrofa: “Siente aversión hacia el nombre de todos los demonios, sabe que todo aquello que se adore junto a Dios es absurdo”. Cuando Abû Dardâ regresó a casa, su esposa lo puso al tanto de lo sucedido y después de reflexionar durante varias horas dijo: “Si este ídolo sirviese de algo hubiese podido defenderse”. Al final Abû Dardâ acompañado de ‘Abdul.lah Ibn Rawâhah fueron a visitar al Profeta (s.a.w.) en donde aceptó el Islam como religión.[3] Claro está los primeros meses de la estancia del Profeta (s.a.w.) en Medina no coincidieron con la islamización de Abû Dardâ; sino que después de transcurridos varios meses se presentó ante el Profeta (s.a.w.) y aceptó el Islam. Su tardanza en aceptar el Islam fue en tal forma que incluso algunos de los historiadores mencionaron su presencia en la Batalla de la Zanja y después de ésta, y dijeron que en las batallas anteriores a la Batalla de la Zanja el todavía no había aceptado el Islam.[4]
Los sunitas transmitieron diversas narraciones en las que el Profeta (s.a.w.) lo elogiaba, como ejemplo el que el Profeta (s.a.w.) consideraba a Abû Dardâ el sabio de la comunidad.[5]
Así también transmitieron que el Profeta (s.a.w.) hizo el pacto de hermandad entre Abû Dardâ y Salmón el persa, y estos dos fueron considerados hermanos en religión.[6] La relación entre ellos dos continuó por años en tal forma que Abû Dardâ después de viajar a Shâm (Damasco) mantenía aún correspondencia con Salmón que se encontraba en Irak, y le escribió: “Dios aquí me otorgó bienes y un hijo, y vivo en la región sagrada”. Salmón también en respuesta escribió: “Me escribiste que tienes bienes y un hijo, debes saber que la felicidad y prosperidad, no se encuentran en la grandeza de los bienes ni en el hijo”.[7]
Abû Dardâ permaneció en Medina durante el período del segundo califa, hasta que por orden de éste salió de esa ciudad hacia Shâm para cumplir un cometido, autorizándolo para ser el tutor de los asuntos del arbitraje y de oración colectiva en Shâm.[8]
Cuando Abû Dardâ fue asignado para arbitrar, la gente lo felicitaba, y el dijo: “No me feliciten por haber sido elegido encargado del arbitraje, mientras que me encuentro sobre un precipicio en el que sus profundidades son más intensas que la distancia desde Shâm hasta ‘Adni Abîan”.[9] Y si la gente supiese que problemas existen en el arbitraje se lo pasarían de mano a mano por su repugnancia (lo alejarían de sí mismos). Y si supiesen que en la recitación del llamado a la oración que recompensa existe en ello, se lo arrebatarían por gusto y avidez en cuanto a ésta”.[10]
Abû Dardâ que declaraba la superioridad del Imam ‘Alî (a.s.) sobre Mu’awîîah, acompañado de Abû Harîrah se presentó ante Mu’awîîah para invitarlo a obedecer a ‘Alî. Pero cuando Mu’awîîh tomó como pretexto el asesinato de ‘Uzmân, envió a Abû Dardâ y a Abû Harirah hacia ‘Alî (a.s.) para pedir a este honorable a los asesinos de ‘Uzmân, y así dar fin a la guerra. Ellos así lo hicieron se presentaron ante ‘Ali (a.s.) pero se encontraron con Mâlik Ashtar quien les reprochó fuertemente al grado que ese día se arrepintieron de ver a ‘Alî (a.s.). El segundo día cuando estos dos mencionaron el asunto ante ‘Alî (a.s.) se encontraron ante diez mil personas que se presentaron como los asesinos de ‘Uzmân. Por ello desesperanzados regresaron a su ciudad, en donde ‘Abdul Rahman Ibn ‘Uzmân los amonestó.[11] Claro está este suceso se basa en ese dicho que la muerte de Abû Dardâ sea considerada después de la Batalla de Siffîn, pero si lo hacemos según la opinión de otros historiadores, si consideramos su muerte antes del gobierno del Imam ‘Alî (a.s.) entonces no podemos aceptar esta historia.
De cualquier manera, respecto a su ofensiva en cuanto al gobierno verdadero puede considerarse el ejemplo de las palabras del Imam ‘Alî (a.s.) respecto a algunas personas que se mostraron indiferentes dijo: “No defendieron la verdad ni tampoco reprocharon lo falso”.[12]
Abû Dardâ entre los sunitas fue reconocido como uno de los importantes Compañeros Cercanos del Profeta (s.a.w.) y consideran que ocupó un alto grado; por ello también transmitieron narraciones de él.
Así también fueron transmitidas algunas narraciones de Abû Dardâ en los libros de hadices shías. Como ejemplo el Sheîj Tusî en la obra “Al-Jalâf” mencionó dictámenes y narraciones de él.[13]
Respecto a la muerte de Abû Dardâ existen diferentes opiniones. Algunos de los historiadores consideraron su muerte después de la Batalla de Siffîn[14], y otros sostuvieron que Abû Dardâ falleció dos años antes de la muerte de ‘Uzmân.[15]
[1]– ‘Uwaîmir Ibn Mâlik Ibn Zaîd Ibn Qeîs Ibn Umaîîat Ibn ‘Âmir Ibn ‘Udaî Ibn Ka’ab Ibn Al-Jazraÿ Ibn Al Hâriz Ibn Al-Hazraÿ.
[2]– Al-Hâshimî Al-Basrî Muhammad Ibn Sa’d Ibn Manî’, Al-Tabaqât Al-Kubrâ, t.7, p.274; Husayni Tafreshî Seyed Mustafâ, Naqdi Al-Riÿâl.
Claro está respecto a su linaje existen también otras opiniones. Algunos consideran a ‘Âmir como su padre, y otros lo consideran su propio nombre, y lo llaman tanto ‘Uwaîmir como ‘Âmir. Como por ejemplo la obra de Ibn Azîr Abu Al-Hasan ‘Alî Ibn Muhammad, ‘Usd Al-Gâbati fi Ma’rifati Al-Sahâbah, t.4, p.18.
[3]– Al-Tabaqât Al-Kubra, t.7, pp.274-275.
[4]– Abû ‘Umar Yusuf Ibn ‘Abdul.lah Ibn Muhammad Ibn ‘Abdu Al-Bar, Al-Isti’âb fi Ma’rifat Al-Ashâb, t.3, p.1228.
[5]– ‘Usd Al-Gâbah, t.5, p.97.
[6]– Ídem, t.2, p.268.
[7]– Ídem.
[8]– Bilâdharî Ahmad Ibn Yahîah, Futuh Al-Bildân, p.204; Recurrir a: Al-Tabaqât Al-Kubra, t.7, p. 275.
[9]– De las ciudades famosas del Yemen.
[10]– Al-Tabaqât Al-Kubra, t.7, p. 275.
[11]– Ibn Qutaîbah Al-Daînawarî, Abû Muhammad ‘Abdul.lah Ibn Muslim, Al-Imâmat wa Al-Sîâsat Al-Ma’rûf bi Târîj Al-Julafâ, t.1, p.128.
[12]– Imâm ‘Alî (a.s.). Nahÿul Balâgah, recopilado por Seyed Radî, corregido por ‘Atâradî ‘Azîzul.lah, p.461.
«لَمْ ینْصُرَا الْحَقَّ وَ لَمْ یخْذُلَا الْبَاطِلَ»
[13]– Sheîj Tusî, Al-Jalâf, t.1, p.376 y 380; t.2, p.168 y otras.
[14]– Ibn Hayar Ahmad Ibn ‘Alî Ibn Huyr Al-Asqalânî, Al-Isâbat fî Tamîîz Al-Sahâbah, t.4, p.622.
[15]– ‘Usd Al-Gâbah, t.4, p.20.