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Muchas veces durante la vida nos encontramos en un camino, solos y extraños. Un camino en el cual no tenemos otra alternativa más que transitarlo. Un camino de los asuntos fijos y predestinados para nuestra vida; o sea, asuntos tales como: raza, nacionalidad, familia, estatura, idioma y parecidos a éstos. Pero ante éstos muchas y repetidas veces durante la vida, nos encontramos a nosotros mismos ante diversos caminos asombrados y confusos. La primera pregunta que viene a nuestra mente es que: ¿qué hago? y ¿qué camino elijo?
En efecto, vocablos tales como: cuál, por qué y qué, evidencian perfectamente nuestra elección y voluntad.
Pero respecto al límite de la voluntad del ser humano, debemos decir: no es así que nosotros somos la causa completa de la realización de los actos voluntarios de nosotros mismos, ni tampoco que sin jugar ningún papel estemos obligados a realizar nuestros actos sin tener otra alternativa, sino que al mismo tiempo que de entre todas las condiciones, preparativos y causas para realizar un acto somos nosotros la causa imperfecta, pero si esta misma causa imperfecta no interviene en nuestra voluntad y deseo, el acto no llega a consumarse.
El acto que realiza el ser humano es uno de los fenómenos del mundo de la creación, y su aparición al igual que los demás fenómenos del mundo, depende totalmente de la causa. Tomando en cuenta que el ser humano es parte del mundo de la creación y tiene relación existencial con las demás creaciones del Universo, las demás creaciones tendrán efecto en sus actos.[1] Por ejemplo el bocado de pan que el hombre consume, para realizar este acto, al igual que son necesarios los medios tales como las manos, los pies, la boca, la sabiduría, la fuerza y el deseo, también son necesarias la existencia del pan, el que esté a su alcance, que no existan obstáculo y otras condición temporales y locales para realizar el acto, que con la ausencia de una de éstas es imposible realizarlo, y con la realización de todas éstas (realización de la causa completa) es indispensable la realización de éste[2] (causa adecuada y completa = la realización y preparación de todas las causas y las condiciones para la realización de un acto o creación de un objeto).
Ahora, Dios Todopoderoso que es el Señor y Dueño de todos nosotros, deseó que el ser humano en sus actos voluntarios sea origen del efecto. Esto es, si para la realización de un suceso, por ejemplo necesita de cinco condiciones y causas, una de estas causas es la voluntad y el deseo del ser humano. Suponiendo que para encender una lámpara deberá contar con todos los medios necesarios y que estén en buenas condiciones, por ejemplo: la llave, los cables, la lámpara, el medidor de la luz, la conexión del cable en la fábrica y en la Compañía de Luz, y la corriente de electricidad en los cables. Ahora una de las causas de que la lámpara encienda es oprimir el botón de la luz, que en este ejemplo, los actos voluntarios de nosotros cuando todas las condiciones están preparadas, oprimir el botón es esa misma voluntad nuestra. Y Dios Todopoderoso dispuso que mientras el ser humano con su voluntad no oprima el botón de la luz, la lámpara de este suceso no se encienda (en los actos voluntarios). Y no se contradice con esto la necesidad del acto con respecto a todas las partes de la causa completa que, con respecto al ser humano que es una de las partes de la causa completa, sea una relación contingente. En el ejemplo anterior es cierto que si todas las causas y condiciones se encuentran preparadas la lámpara enciende. Pero ¿acaso oprimir el botón de la luz por medio del ser humano es también necesario o es voluntario? La respuesta es clara y evidente que en caso de que la persona desee oprimir el botón de la luz, todas las causas se han agrupado y necesariamente la lámpara se enciende. Y este mismo deseo o falta de deseo de la persona respecto a este acto, muestra la relación de la contingencia (voluntad). Por ello el ser humano, a la contingencia (esto es: tiene la voluntad de realizar el acto) y a la necesidad del ser humano con respecto a los demás medios de la causa, no provoca ser la necesidad de la relación entre el acto hacia algunos de sus medios, que es el ser humano.
La comprensión sencilla del ser humano confirma también esta opinión; ya que vemos que los hombres con esa naturaleza que poseen otorgada por Dios hacen diferencia entre asuntos tales como comer y beber, ir y venir, salud y enfermedad, larga y corta estatura y, al primer grupo que tiene relación directa con el deseo del ser humano, lo concedió a la voluntad del propio ser humano y concretó la orden o prohibición, el elogio o reproche. Contrario al segundo grupo que en ese los seres humanos no tienen una obligación.
Al inicio del Islam entre los sunnitas existían dos escuelas conocidas respecto a los actos del ser humano. Un grupo como consecuencia de que los actos del hombre pertenecen única y exclusivamente al deseo de Dios, consideraban al ser humano obligado a realizar sus actos sin dar valor ni a la voluntad ni al deseo de éste. Otro grupo lo estimaba independiente en sus actos, y no lo consideraba a disposición del deseo Divino mientras lo juzgaba fuera del asunto predestinado. Pero según las enseñanzas de la Inmaculada (a.s.) familia del Profeta (s.a.w.) que concuerda con las enseñanzas externas del Sagrado Corán, el ser humano es libre para decidir, pero no independiente, sino que Dios Todopoderoso a través de la voluntad pide el acto. Explicado de otra manera, Dios Todopoderoso a través de todos los medios de la causa completa, que uno de éstos es la voluntad y el deseo del ser humano, pidió el acto y lo hizo necesario, que en conclusión, el acto, es necesario y el ser humano en éste es libre para decidir. Esto es, el acto respecto al todos los medios de su causa son indispensables, y respecto a uno de los medios, que es el ser humano, es opcional y posible.[3]
Obras útiles en este campo:
a) Estudio de la realidad humana, Mahmud Raÿabî, cap. 5 y 6.
b) Enseñanzas filosóficas, Misbâh Yazdî, t.2, lección 69.
c) La Justicia Divina, Mutaharî Murtidâ.
[1]– La causa o es suficiente para la realización del efecto y la existencia del efecto no depende de otra cosa más que de la causa, explicado de otra manera, suponiendo que ésta existe, la existencia del efecto es indispensable, que en este caso es llamado causa completa o adecuada; o es en tal forma que aun el efecto sin la causa no se realiza, pero esta misma tampoco es suficiente por sí misma para la existencia del efecto, y deberá agregársele una o varias cosas más, para que la existencia del efecto encuentre necesidad, en este caso es llamado causa imperfecta.
[2]– Tabâtabâî Saîîed Muhammad Husaîn, La Shî’ah en el Islam, p.78.
[3]– Ídem, p.79.