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En la aleya 31 de la Sura An-Nūr [24] y en numerosas narraciones fueron mencionados los límites del hiÿâb o vestido islámico. Dios en la aleya mencionada dice: «Y di a las creyentes que recaten sus miradas y protejan sus partes privadas y no muestren sus encantos, excepto lo que está a simple vista. Que cubran sus pechos y que no muestren sus encantos excepto a sus esposos, sus padres… Y que no golpeen con sus pies para dar a conocer sus encantos ocultos...».
En la obra de Usûl Kâfî se han mencionado numerosas narraciones respecto a los límites del hiÿâb que se encuentran recopiladas en el capítulo “Aquello de las mujeres que es permitido observar”.
Mus’adat Ibn Zîâd del Imâm As-Sâdiq (a.s.) relata que cuando a este generoso preguntaron respecto a los adornos que la mujer puede mostrar dijo: “La cara y las manos”.
Claro esta desde el punto de vista del Islam la cara de la mujer puede estar al descubierto en caso de que sea sin maquillaje o con un maquillaje muy leve, como la cara y las cejas depiladas (que en algunas comunidades no es considerado embellecimiento).
El hiÿâb y vestido de la mujer tiene tanta importancia que Dios Sublime lo mencionó en el Generoso Corán. Dios en la sura An-Nūr [24] dice: «Y di a las creyentes que recaten sus miradas y protejan sus partes privadas y no muestren sus encantos, excepto lo que está a simple vista. Que cubran sus pechos y que no muestren sus encantos excepto a sus esposos, sus padres… Y que no golpeen con sus pies para dar a conocer sus encantos ocultos...».[1]
Muchos sostienen que la cara y las manos hasta el puño están exceptuadas del dictamen de lo que debe ocultarse, y en la aleya existen también indicaciones respecto a esta excepción, por ejemplo:
A) La excepción de la belleza aparente en la aleya que estamos tratando sea bajo el significado de lugar de embellecimiento o el mismo adorno, es una razón evidente para que tapar la cara y las manos no es necesario.
B) El significado de la orden de la sura en cuestión es respecto a colocar las puntas del velo sobre el escote, que el propósito es cubrir toda la cabeza, el cuello y el escote, y no dice nada respecto a cubrir la cara, esta es otra indicación para esta pretensión.[2] Los testigos históricos también muestran que al inicio del Islam no era algo común cubrir la cara con un velo.[3]
Los Inmaculados Imâmes (a.s.) también en numerosas narraciones, en la explicación e interpretación de esta honorable aleya, mencionaron la medida necesaria del hiÿâb y del vestido obligatorio. Fadîl Ÿasâr uno de los compañeros del Imâm As-Sâdiq (a.s.) relató que preguntó a ese generoso: “¿Acaso el antebrazo de la mujer es considerado dentro de aquello que Dios prohibió mostrar a otros fuera de su esposo?” El Imâm (a.s.) dijo: “En efecto, aquello del cuerpo que se encuentra más abajo del velo es considerado adorno…”.[4]
Así también Mus’adat Ibn Zîâd del Imâm As-Sâdiq (a.s.) relata que cuando a este generoso preguntaron respecto a los adornos que la mujer puede mostrar dijo: “La cara y las manos”.[5]
Claro está deberá ponerse atención en dos puntos:
1. Desde el punto de vista del Islam la cara de la mujer puede estar al descubierto en caso de que sea sin maquillaje o con un maquillaje muy leve que no sea considerado adorno en la sociedad, y no provoque corrupción.[6]
2. En los casos que se dice que no es necesario cubrir el rostro y las manos, no significa que no tiene inconveniente el que el hombre los mire, puesto que no es necesario que los vea. Lo que aquí estamos analizamos es el primer asunto.[7]
[1]– An-Nūr.24:31.
[2]– Explicación: en el motivo de la revelación de esta aleya dijeron que los árabes en esa época usaban el velo y sus esquinas las colocaban sobre los hombros o hacia atrás en tal forma que lo ponían detrás de las orejas, y sólo cubrían la cabeza y la parte posterior del cuello, pero mostraban la barbilla y parte del escote. El Islam reformó esta situación y ordenó que colocaran el velo sobre la barbilla y el escote. En conclusión sólo el rostro podía estar descubierto y lo demás del cuerpo debía ser cubierto.
[3]– Exegesis Nemunah, t.14, pp.450-451.
[4]– Usûl Kâfï, t.5, p.521, capítulo partes de la mujer que pueden ser vistas.
"عَنِ الْفُضَیْلِ بْنِ یَسَارٍ قَالَ: سَأَلْتُ أَبَا عَبْدِ اللَّهِ ع عَنِ الذِّرَاعَیْنِ مِنَ الْمَرْأَةِ أَ هُمَا مِنَ الزِّینَةِ الَّتِی قَالَ اللَّهُ تَبَارَکَ وَ تَعَالَى وَ لا یُبْدِینَ زِینَتَهُنَّ إِلَّا لِبُعُولَتِهِنَّ قَالَ: نَعَمْ وَ مَا دُونَ الْخِمَارِ مِنَ الزِّینَةِ وَ مَا دُونَ السِّوَارَیْنِ".
[5]– Wasâ’il Al-Shî’ah, t.20, h.25429, p.203, capítulo partes de la mujer que pueden ser vistas sin placer.
"عَبْدُ اللَّهِ بْنُ جَعْفَرٍ فِی قُرْبِ الْإِسْنَادِ عَنْ هَارُونَ بْنِ مُسْلِمٍ عَنْ مَسْعَدَةَ بْنِ زِیَادٍ قَالَ: سَمِعْتُ جَعْفَراً وَ سُئِلَ عَمَّا تُظْهِرُ الْمَرْأَةُ مِنْ زِینَتِهَا قَالَ: الْوَجْهَ وَ الْکَفَّیْن".
[6]– Imâm Jomeînî, Istiftâ’ât, t.3, p.256, pregs.33 y 34; Taudîh ul-Masâ’il (Al-Mahshâ li Imâm Al-Jomeînî), t.2, p.929; Índice: La mujer y mostrar el maquillaje, preg.598 (pág.web, preg.651), (más explicación en el campo del debate jurídico y narrativo de este asunto puede encontrarse en los debates del matrimonio en la jurisprudencia).
[7]– Para mayor información recurrir a: Mutaharî Murtiâ, El Hiÿâb, pp.164-235.