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El Hombre puede obtener el conocimiento de Dios por diferentes caminos. Puede obtenerlo por el camino del intelecto o por el camino del corazón. A veces, como es el caso del sabio o del filósofo, se obtiene por medio del Conocimiento Adquirido, y con la ayuda de los sentidos y del intelecto se establecen las razones que explican el resultado obtenido con su búsqueda y es por medio de ellos, los sentidos y el intelecto, como se alcanza su comprensión. Otras veces, como es el caso del gnóstico, ese conocimiento se obtiene por medio del Conocimiento Presencial, es decir, ocupándose de contemplar al Amado hasta obtener testimonio (shuhúd) del mismo.
Por ejemplo, para conocer la existencia de un fuego. A veces, puede que obtengamos ese conocimiento al observar el humo que sale de él, otras veces porque vemos ese fuego con nuestros propios ojos y otras porque el fuego quema una parte de nuestro organismo y lo sentimos en nuestra propia carne.
En cualquier caso, en ambas maneras, es decir, la del Conocimiento Adquirido y la de Conocimiento Presencial, sucede algunas veces que el camino, el caminante y la meta sean la misma cosa, como sucede cuando el individuo, mediante el estudio de las señales divinas y del orden existente en ellas, llega a Dios. Otras veces no es así y el caminante y el camino son una misma cosa, y, en otras, el camino y el objetivo son una misma cosa.
La persona que llega a Dios por la senda de conocer su propia alma, sería un ejemplo del segundo caso. Mientras que, un ejemplo del tercer caso sería cuando la persona obtiene el conocimiento de Dios a través de la reflexión en los Nombres y Atributos divinos. De todos estos caminos, el más valioso es aquel en el que el camino y el objetivo son la misma cosa y la persona contempla sus conquistas, ya que ve y saborea su objetivo.
En los versículos coránicos y en las tradiciones proféticas (Rivayát), se explican esas tres vías mencionadas y, en particular, se hace énfasis en que no existe nada tan luminoso como la existencia y manifestación de Dios y que debemos llegar a Él por medio de Él. Él es una luz y para poder comprenderla y observarla no hay necesidad de nada más que de Él y si no somos capaces de verla y atestiguarla es debido al velo con que la falta de atención ha cubierto tanto nuestro Conocimiento Adquirido como Presencial.
Nosotros no sabemos que sabemos y para conseguir este conocimiento compuesto (ilmu murakkab) hemos de liberarnos de los velos de oscuridad y de luz. Por esta causa, se ha dicho que el conocimiento de Dios es algo innato en el ser humano y que las pruebas que muestran la existencia y el conocimiento de Dios, son orientativas, no categóricas.
Por supuesto, hay que tener en cuenta, que la esencia de la naturaleza y de los atributos de Dios no es algo que pueda llegar a ser comprendido por el sabio ni contemplado por el gnóstico, pero, excepto eso, todo lo demás es susceptible de ser conocido y contemplado.
Para responder a esta pregunta, primero hay que definir los instrumentos del conocimiento.
Los instrumentos del conocimiento son: los sentidos, el intelecto y el corazón
Los sentidos externos solo perciben la apariencia y los atributos externos de las cosas y no penetran en la profundidad de ellas y, a pesar de la amplitud y abundancia de conocimientos que proporcionan a la persona, están limitados en el tiempo y el espacio.
El intelecto es una fuerza especial cuyo papel principal es percibir los conceptos generales y, conforme a ello, posee muchas dimensiones y funciones, una de las cuales es el razonamiento.
Pero los instrumentos del conocimiento no están limitados a estos dos. La persona también puede acceder a inmensos conocimientos por medio del corazón y aquello que otros consiguen y contemplan por medio del razonamiento, los gnósticos, en su búsqueda del conocimiento de Dios, lo consiguen por este camino.[1]
En otras palabras, en una clasificación general, el conocimiento puede ser Adquirido o Presencial y contemplativo.
El Conocimiento Adquirido se obtiene por medio de conceptos mentales, prestando a tención a los razonamientos lógicos y filosóficos. El Conocimiento Presencial es un tipo de conocimiento que se adquiere sin necesidad de elementos mediadores tales como los significantes, los conceptos y las imágenes o representaciones mentales y en cual, la realidad de lo adquirido se evidencia ante el perceptor de manera presencial.
Los conocimientos presenciales son adquisiciones de carácter gnóstico y contemplativo en las cuales la verdadera realidad de un cosa se manifiesta exteriormente y es posible contemplarla.
Por supuesto, en el Conocimiento Adquirido (intelectual), se puede recurrir a la ayuda de los sentidos y la experiencia. Por ejemplo, reflexionando sobre las señales de Dios en el mundo y el orden presente en la creación, podemos obtener un conocimiento sobre Dios utilizando razonamientos lógicos sencillos. Pero, cuando la persona busque obtener un conocimiento más profundo, necesitará la ayuda de argumentaciones lógicas absolutas.
En cualquier caso, hay que tener en cuenta que:
Primero: No se puede confirmar o negar la existencia de Dios por medio puramente de la investigación en laboratorios o de los descubrimientos de las ciencias experimentales,[2] ya que los experimentos sensibles poseen un alcance demasiado limitado para penetrar en el territorio propio de la metafísica (es decir, de lo que está más allá de lo físico). Por tanto, el conocimiento sensible por sí solo no es suficiente y nos vemos obligados a recurrir a los principios del razonamiento.
Segundo: Aunque en los textos islámicos se nos ha recomendado estudiar las señales en el horizonte (ayate afaqí)[3] y que, por un lado, debido a que la naturaleza racional de este método aporta un conocimiento intelectual, no hay que perder de vista que el estudio de la creación, de las señales de todo lo creado y de la sabiduría divina, sólo nos permite comprender que existe una mano poderosa y sabia que hace girar el universo, pero que ese método no nos permite conocer qué atributos posee, si existe por sí mismo, etc.
En cuanto al Conocimiento Presencial, puede contemplarse en él tres aspectos: a) El Conocimiento Presencial de causa a efecto; b) El Conocimiento Presencial de la cosa inmaterial por esencia propia; c) El Conocimiento Presencial de efecto a causa
El Conocimiento Presencial de los seres respecto a Dios Altísimo, no es de los dos primeras tipos sino del tipo tercero y el ser humano se ve impedido de percibir a Dios debido a sus limitaciones y, a pesar de que la Esencia Sagrada está cerca de todo, las limitaciones inherentes a los seres se posicionan en diferentes niveles de cercanía o lejanía en su percepción de Él.
Muhaqqeq Tusi, a quien Dios bendiga, pone un buen ejemplo para ilustrar los grados del conocimiento, diciendo: Los grados del conocimiento de Dios son semejantes a los grados de conocimiento del fuego. El nivel inferior es el que la persona posee cuando escucha a alguien hablar de sus características. El segundo nivel es el conocimiento que surge de ver el humo que el fuego produce. El tercer nivel es el que se obtiene cuando se siente el calor del fuego y se ve su luz. El último nivel de conocimiento del fuego se produce cuando se abrasa en él y el fuego le reduce a cenizas.[4]
Un punto que parece necesario mencionar aquí es que, en la cuestión del conocimiento, desde el punto de vista de aquello con lo que se relaciona, a veces se habla del establecimiento de la existencia de Dios y otras veces se habla de Sus características existenciales y, en ambos casos, la persona puede recurrir tanto a la ayuda de la razón como a la del corazón. Tanto puede recurrir al Conocimiento Adquirido para comprender, como al Conocimiento Presencial para ver. Al primero se le denomina “Burhán” y al segundo “Erfán”[5]. Desde luego, los métodos que se utilizan en el Burhán filosófico no permiten obtener un conocimiento tan valioso como aquellos obtenidos por medio del Erfán.
De todas maneras, por ambos caminos, sea por el camino de lógica o sea por el camino del corazón, se puede obtener un cierto conocimiento de Dios por tres métodos. Dicho con otras palabras, la senda del viajero espiritual (seire sálek), o la del sabio que se pone en movimiento para obtener conocimiento y que llega a su meta, corresponde a uno de estos tres métodos:
1- El viajero espiritual (sálek), el camino (maslak) y el objetivo (Masluk alaih) están separados entre sí. Como sucede cuando una persona, estudiando y observando el orden y la concatenación del mundo de la creación y el hecho de que todas la criaturas son contingentes y se apoyan en un ser autosuficiente para venir a la existencia, y observando que el mundo tiene un origen, llega a su objetivo. Algunos versículos del Corán invitan a las gentes a seguir esa senda.[6]
2- El viajero es el camino mismo. Por ejemplo, una persona analiza su mundo interior y se pregunta ¿Quién soy yo? ¿De dónde he venido y por qué no puedo controlar mi voluntad y mis deseos? ¿Por qué no puedo controlar el ámbito de mi corazón, de manera que los recuerdos, sin mi permiso, tienen vida propia?... Y por ese camino llega a Dios.
Hazrate Ali (la paz sea con él) nos indica este camino cuando dice: “He Conocido a Dios al ver cómo se debilitan las grandes voluntades, se resuelven los grandes problemas y se rompen las decisiones”.[7] Y también: “Quien se conoce a sí mismo, conoce a Su señor”.[8]
O lo que está escrito en el Corán: “¡Oh , los que creéis! Vuestra responsabilidad es cuidar de vuestras propias almas. Mientras vosotros estéis bien guiados nadie que se extravíe podrá perjudicaros. Todos vosotros regresaréis hacia Dios y seréis informados de los que hacíais. [9]. Este camino es más profundo y beneficioso que el primero.
3- El camino y el objetivo son lo mismo. Es decir, el viajero espiritual, que es un gnóstico o un intelectual, con la atención puesta en el objetivo, alcanza su propósito.
Este camino es el mejor y más profundo de todos, porque va más allá de las sendas horizontal y vertical (afaqí wa anfosí) y poniendo su atención en el Testigo Absoluto, comprende que el testigo Absoluto es Dios.
¿No es suficiente que tu señor sea testificable en todas las cosas? [10]
Primero, Él es visto y conocido, después los otros y el mundo infinito, porque Dios es la luz de los cielos y la tierra. La Esencia de la Unidad es el mejor observador y testigo de Sí mismo, más, teniendo en cuenta que, para conocerse a Sí mismo no tiene necesidad de intermediario alguno.[11] Y, por ello, dice a Su Mensajero: Así pues, hemos apartado de ti tu velo y hoy tu visión es aguda.[12]; no de lo real ni de ti mismo.
Imam Huseyn (La paz sea con él) en la súplica de arafat, habla de ese mismo tercer camino cuando dice: ¡Oh Dios! ¿Existe aparte de Ti otra manifestación que sea señal de Ti de manera que esa manifestación no seas Tú, de manera que ella no sea una señal de Ti? ¿Cuándo has estado oculto de manera que fuese necesaria una prueba de Tu existencia? ¿Y cuándo has estado lejos para que necesitemos que la creación y las criaturas nos acerquen a Ti?.[13]
No estabas lejos para que buscase Tu presencia
No estabas ausente para que Te buscase
Ciego quede el ojo que no Te ve... A Ti ¡Oh Dios! Te ruego mi unión a Ti y busco en Ti la prueba de Ti.
Estas palabras ilustran el hecho de que, para el viajero espiritual, Dios es más evidente que los cielos, la Tierra, las hojas de los árboles y todo lo demás.
Imam Sadeq (La paz sea con él) ha hecho referencia a este tema diciendo: A quien está presente y es visible, primero se le conoce a él y luego sus atributos, pero, al que está ausente, primero se le conoce por sus atributos luego por sí mismo ... así fue cuando los hermanos de José reflexionaron primero sobre él y luego se dieron cuenta de que era él: Ellos dijeron: ¡Tú eres José! No dijeron: José eres tú. Es decir, primero reflexionaron sobre los atributos de José y así llegaron a la conclusión de que era José. No que preguntaran a otros...[14]
Aprovechando estas explicaciones, se ha argumentado que: Los seres posibles son realidades que necesitan del Ser necesario para existir. De lo contrario, deberían ser autosuficientes por esencia propia y, como conclusión, la existencia sería su naturaleza misma. Esto es evidentemente imposible, ya que en ese caso no serían seres contingentes, sino necesarios por sí mismos. Por lo tanto, ellos, dependen para ser del Ser necesario y es imposible que exista un relacionado sin que exista un relacionante. Es decir, es imposible contemplar al efecto como algo independiente. Por tanto, todo lo percibido, incluso de orden material, debido a que su existencia implica su relación con la fuente de la existencia, evidencia la existencia del Ser necesario.[15]
Desde luego, el conocimiento es de dos clases: Conocimiento simple y conocimiento compuesto. La ignorancia también: Ignorancia simple e ignorancia compuesta. El conocimiento simple consiste en puro conocimiento de la cosa, sin necesidad de que el mismo necesite de una especial atención o de algún otro tipo de conocimiento. El conocimiento compuesto es aquel que necesita de una atención suplementaria. Es decir, la persona sabe algo y además sabe que lo sabe.
Nosotros creemos que el conocimiento de Dios es directo y terminante para cualquiera que posea capacidad de percibir y más allá de si esa percepción es adquirida o presencial, dejando a un lado qué cosa es aquello que se percibe.
Es decir, cuando la persona percibe algo, por medio del conocimiento adquirido o presencial, percibe irremediablemente a Dios Altísimo.[16].
Él es conocido por cualquier ignorante.[17] Incluso la persona que duda, antes de surgirle la duda, ve a Dios, porque Dios es la causa de su duda y su duda es la misma conexión a Dios. Lo que sucede es que algunos no saben y son inconscientes de esta percepción inevitable.
Cuando el Imam Ali, la paz sea con el, dice: No he visto nada sin ver antes a Dios[18] o dice: No rezaría a un Dios que no he visto,[19] es porque él sabe que sabe; Imam Ali ha comprendido la verdad expresada en estas palabras: A Donde quiera que os giréis, encontraréis el rostro de Dios.[20]. No se puede observar el rostro, sin observar al dueño del rostro.
Imam Ali es un gnóstico que, mediante una muerte a voluntad, es testigo inmediato de que todo lo que no es Dios esta oculto y que solo Dios está presente y, por eso, dice: Si desapareciesen los velos no se incrementaría mi certeza.[21]
Al obstáculo que nos impide ver y comprender, se le denomina velo. El velo puede ser de oscuridad o de luz. En el velo de oscuridad, que es la propia materia, existen tres aspectos: lo velado (mahyúb), el velo (hiyáb) y el velado (mahyubun ‘an hu). Dicho de mejor manera: la debilidad es lo que vela. Por ejemplo, A veces, la persona no puede ver el Sol porque se lo impide una pared o el polvo, pero, a veces, no puede ver el Sol porque la intensidad de su propia luz o la debilidad de su vista, le impide verlo.[22]
El velo que cubre tu rostro, lo cubre en cualquier estado en que te encuentres
Estás oculto para todo el mundo por el mismo hecho de estar tan presente
Entre Dios y Sus criaturas no existe velo alguno excepto Sus mismas criaturas.[23]
Cuando la persona consigue apartar los velos de oscuridad y egocentrismo y sus deseos materiales, aun deberá esforzarse para eliminar el velo de luz y, por ello, en la súplica conocida como Munayat Shabaniah , se pide a Dios la ruptura de los velos de luz[24], pues sólo el Profeta, las bendiciones de Dios sean con él y con su familia, y la Gente de la Casa Profética tienen el poder de rasgar todos los velos de luz. Por supuesto, nadie puede llegar a la profundidad de la Esencia y de los Atributos de Dios, ni siquiera el Profeta y la Gente de la Casa, la paz sea con ellos.[25] Su propia bendita existencia sagrada es el velo de luz que les impide contemplar Su esencia y, como los seres contingentes no pueden sobrepasar sus límites y limitaciones, ven a Dios desde su percepción de seres limitados.
Nadie podrá cazar al Anqa, recoge pues tus redes.
Por tanto, la sabiduría de cualquier sabio, viene limitada por su misma condición existencial y por su capacidad de rasgar los velos. Imam Ali, la paz sea con él, se ha referido a ello diciendo: Los intelectos no conseguirán jamás llegar a comprender la profundidad de la Esencia y de los Atributos del Dios y, por otra parte, nadie llega a conocer la naturaleza del velo en la medida necesaria.
Es decir, por una parte, todos los seres del mundo contingente son señales de Dios y, como el espejo, ofrecen una imagen verídica. No son seres separados del poseedor del rostro y ni siquiera tienen otra función que la de mostrar la belleza del Dueño del rostro, a pesar de que los niños se consideren a sí mismos seres independientes.
Y por otra parte, Su esencia no es susceptible de ser conocida por el estudio del sabio ni por la contemplación del gnóstico. Por ello, el conocimiento siempre va acompañado del reconocimiento de la incapacidad, y esto es únicamente debido a que la relación entre lo desconocido y lo conocido es semejante a la que existe entre lo infinito y lo finito.
Un punto que es necesario mencionar antes de terminar es el siguiente: En las tradiciones proféticas, se ha mencionado el conocimiento innato (fitrí). El conocimiento fitrí es una clase de conocimiento presencial, de que ya hemos hablado.
Los conocimientos innatos de los seres humanos se dividen en dos tipos: a) el conocimiento innato que todo individuo posee sin necesidad de recibir enseñanza y b) Los deseos y necesidades innatos que toda persona posee desde su creación.
El primero es denominado “Conocimiento innato de Dios”; el segundo “Adoración innata de Dios¨. Pero, como se ha dicho, tanto el conocimiento innato de Dios como la Adoración innata de Dios, no son conocimientos conscientes, de manera que eviten a la persona corriente tener que realizar un esfuerzo intelectual para llegar a conocer a Dios. No obstante, debido a que el conocimiento de Dios es innato, los caminos que atraviesa son indicativos, no demostrativos. En los procesos demostrativos, la persona es consciente de haber adquirido un nuevo conocimiento, pero en los indicativos, solo se hace consciente de que los poseía desde el principio cuando llega al final de su camino y alcanza su objetivo y, por ello, en la terminología coránica y de los hadices se hablan de apartar el velo de la inconsciencia, pues el camino que libera a la persona de la inconsciencia es un camino indicativo no demostrativo.
Para este artículo, han sido utilizadas las fuentes siguientes:
1) Ayatolah Yavadi Amuli, Tahrir-e Tamhid, p. 772-785, Al-Qawáid, p.1-66.
2) Ayatolah Yavadi Amuli, Rahíqe Majtum, Segunda parte del v. I, p. 188, 189, 193-201.
3) Ayatolah Yavadi Amuli, Tafsire Maudu’ii, v. I, p. 162-175.
4) Ayatolah Yavadi Amuli, Rahíqe Majtum, tercera parte del v. I, p. 534.
5) Muhamad-e Husain Zade, Mabanie Marefate Dini, p. 36-44.
6) Al-lame Taba-tabai, Tafsir Al-Mizan, v.VI, p. 86-105.
7) Ayatol-lah Mesbah, Amuzeshe Aqaed, p. 35-62.
8) Sha-hid Mutahari, Seiri Dar Nah yul balága.
9) Ayatol-lah Hassan Zadeh, Qur-an va Erfan va Burhan az Hamdigar Yudai nadorand, p.141,142,143.
[1] Aunque se puede obtener el conocimiento por medio de las transmisiones proféticas, antes se ha de establecer con seguridad que son palabras de los purificados (Masumiin). Tras confirmar que las tradiciones mencionadas proceden del Profeta y de los Imames Purificados, pueden ser utilizadas para confirma la corrección de las conquistas de la lógica y el corazón.
[2] Sheyj Sadúq, At-Tauhid, p. 293, cap. Ezbate Huduz-e A-lam , Hadiz 1.
[3] Sagrado Corán, sura Fussilat , aleya 53 . Se refiere a las señales en el horizonte, es decir, las señales que el hombre ve en el mundo y en su entorno y que, reflexionando en ellas, le permiten darse cuenta de la existencia de Dios.
[4] Cfr: Liqa ul-l lah, Ayatolah Hasan Zadeh, p.26 y 27, (resumen)
[5] Gnosis.
[6] Sagrado Corán, Ta Ha: 50; As-Sayda: 71; A’la: 3; Ale Imran: 190.
[7] Nahy ul-balága, Qisár ul-Hikam 250, traducción al persa de Muhamad Dashti.
[8] Sharhe Ibn Abi l-Hadid , v. XX, p. 29; Asrar ul-Balága, p.88.
[9] Al-Ma ida, 105.
[10] Sagrado Corán, Sura Fussilat , 53
[11] Sagrado Corán, Sura Ibrahim:10, Sura An-nur:35.
[12] Sagrado Corán, 50: 22: Laqad kunta fi gaflati min hada fa kashafna anka gitaaka fa basaruka al-iauma hadid.
[13] Mafatih ul-Yinan, p. 496.
[14] Tuhaf al-Uqúl, Kalameh fi vasfi l-muhabbah, p. 342.
[15] Asfár, v. I, p. 113-120
[16] La iudriku majluqu shaian il.la bil lah va la tudriku marefat il.lah il.la bil lah, No discierne nada criatura alguna sino gracias a Dios y no conoces a Dios sino gracias a Dios. At-Tauhid, Sifate ad-dat va al-af’al, Hadiz 7, p.143.
[17] At-Tauhid, Bab At-Tauhid wa nafi at-tashbih, Hadiz 15, p.58: Todos Le conocen, aunque sean de los ignorantes.
[18] Kitab al-Asfár, v.I, p.117: Ma Raaitu shaian il.la wa raaitu allaha qabla hu
[19] Al-Kafi, v. I, Bab Ebtale ar-ruy’a, Hadiz 6; At-Tauhid, Bab ma yaa fi ar-ruy’a, Hadiz 6. Ma kuntu abudu rabban lam ara hu.
[20] Sagrado Corán, Sura Al-Baqara, 2:115.
[21] Sharhe Ibnu Maizam ‘ala miat kalimat li Amir al-Muminín, kalimat ul-Ula.
[22] La belleza del amado no tiene velo ni máscara / cuando el polvo se asiente podrás verle. (Hafez).
[23] Imam Kazem, la paz sea con el, dijo: Laysa baina Hu, subhana hu wa ta’ala, va baina jalqihi hiyabun gairi jalqihi. At-Tauhid, p. 179, Bab nafi al-Makan va z-Zaman val harakatu an hu ta-ala, hadiz 12.
[24] Ilumina la visión de nuestros corazones con la luz de su visión de Ti, hasta que la visión de los corazones rasgue el velo de la luz y alcance la fuente inmensa…
[25] Sagrado Corán, Sura Ale Imrán, 3:30: Dios os advierte que tengáis cuidado con Él.