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Este asunto que los Profetas Divinos con toda la sabiduría y todos los argumentos definitivos que tuvieron pero aun así fueron negados por los incrédulos de su época, prueba la enemistad de los negadores de no querer aceptar a Dios, no que se les hayan presentado razones suficientes, o las razones de los negadores no hayan sido todas ellas rechazadas.
Los problemas y pretextos que presentó un gran grupo de negadores o de los que dudan respecto a Dios, carecen de bases correctas, pero a pesar de ello no puede imaginarse que estos problemas terminarán; ya que la mente del incrédulo negará los argumentos más definitivos rechazando la aceptación de la verdad, y mientras su alma no sea embellecida con la luz de la certeza y de la fe, su mente no dejará de dudar, mientras que la certeza del alma tampoco se obtendrá sólo con debates filosóficos. Por ello un musulmán no está obligado a inducir la búsqueda de la certeza en todas las razones de los negadores de Dios, y responder a cada una de sus razones para asegurarse que no existe ninguna razón para negar a Dios, ya que al final de cualquier deducción aun así es posible que se encuentre una persona que pretenda una falta en esa deducción, que al final estos negadores repetirán esas mismas palabras similares a las que fueron dichas a los Profetas. A continuación indicamos algunos ejemplos que fueron mencionados en el Corán:
1. “Y cuando se os decía: «En verdad, la promesa de Dios es verdadera y no hay duda sobre la Hora» decíais: «No sabemos lo que es la Hora. Sólo hacemos conjeturas pero no tenemos certeza»”.[1]
2. Y dirigiéndose al Profeta Shuayb (a.s.) dijeron:
“«…No comprendemos mucho de lo que dices y, la verdad, vemos que entre nosotros eres débil. Si no fuera por tu pequeña tribu te habríamos apedreado. Tú no tienes poder sobre nosotros»”.[2]
3. O dirigiéndose al Profeta Noé (a.s.) dijeron:
“«¡Oh, Noé! Nos has refutado y has discutido con nosotros en demasía, así que, tráenos aquello con lo que nos amenazas, si eres de los que dicen la verdad»”.[3]
Por lo tanto vemos como los Profetas Divinos con toda la sabiduría y todos sus argumentos definitivos que tuvieron aun así fueron negados por los incrédulos de su época, y esto muestra la enemistad de los negadores de no querer aceptar a Dios, no que se les hayan presentado razones suficientes, o las razones de los negadores no hayan sido todas ellas rechazadas.
[1]– Al-Ŷātiya [45:32].
«وَ إِذا قيلَ إِنَّ وَعْدَ اللَّهِ حَقٌّ وَ السَّاعَةُ لا رَيْبَ فيها قُلْتُمْ ما نَدْري مَا السَّاعَةُ إِنْ نَظُنُّ إِلاَّ ظَنًّا وَ ما نَحْنُ بِمُسْتَيْقِنينَ»
[2]– Hūd [11:91].
«قالُوا يا شُعَيْبُ ما نَفْقَهُ كَثيراً مِمَّا تَقُولُ وَ إِنَّا لَنَراكَ فينا ضَعيفاً وَ لَوْ لا رَهْطُكَ لَرَجَمْناكَ وَ ما أَنْتَ عَلَيْنا بِعَزيزٍ»
[3]– Hūd [11:32].
«قالُوا يا نُوحُ قَدْ جادَلْتَنا فَأَكْثَرْتَ جِدالَنا فَأْتِنا بِما تَعِدُنا إِنْ كُنْتَ مِنَ الصَّادِقينَ»